Iberia Maldita
Esto debe de ser un sueño.
La realidad no es tan cruel. Hay algo aquí que te observa, y tu flotas y te sientes desprotegido. Sabes que esto no pasaría en el mundo real y despierto. No puedes ver que es lo que te está mirando, pero no lo hace con bondad.
Y hay algo más, algo insano que roza contra tu piel intentando atravesarla. No lo consigue, esta muy lejos de conseguirlo, y no hay manera de describir el alivio irracional que te invade. Porque si entrase, si consiguiese entrar, entonces, entonces empezaría a crecer en tu interior, a crecer rápidamente hasta...
El miedo interrumpe la pesadilla. La mente racional borra los recuerdos en un parpadeo, como siempre.
Ya es de noche sobre Granada. Los hijos de la noche pueden mirar el cielo lleno de estrellas, con el hambre sobrenatural royéndoles lentamente las entrañas. Tienen cosas que hacer. El Concilio de Granada ha convocado a todo el mundo a una reunión de emergencia. La llamada telepática se repite, para los rezagados:
"Venid al Elíseo, a la Alhambra, esta medianoche. Incluso los que no nos reconocen, incluso los que preferirían pelear. Esto puede ser más importante que nuestras rencilla
Contenido |
César
Granada, 8 de Abril, 22:15
Acabó de desperezarse. Se encontraba en la casa de la señora Antonia, la abuela del Lucas. Desde el Abrazo, los acontecimientos se habían precipitado.
Lucas era Mago. Y la señora Antonia tenía alguna especie de don menor. O mayor, no quedaba claro. Pero ambos supieron de la conversión de César en cuanto sucedió. No en vano Lucas ya le habia avisado sobre el mendigo, que a la postre resultó ser un vampiro gángrel. Se hacía llamar Zacarías. César no estaba seguro de cuántos años tenía su sire, pero, por consejo de la señora Antonia y su propio sentido común, se dedicó a aprender todo lo que pudo de él.
Nunca sabías cuándo tu sire gángrel te iba a abandonar, y César no quería verse indefenso.
Por supuesto que le costó. Fueron muchísimos cambios. Ya no podía ver a sus amigos durante el día. No veía a su madre desde las navidades, cuando la ingresaron después de una horrible paliza de su padre. Le había escrito algunas veces, y hablaba con ella por teléfono. Estaba tranquilo porque se había mudado con su hermana María, pero la echaba de menos. Habían pasado ya cuatro meses.
Y la facultad... Consiguió, con la ayuda de la señora Antonia, un parte médico que le sirvió para poder dejar de ir a clase. Era oficialmente fotofóbico. Podía atender a las clases de las últimas horas, aunque cada vez le resultaba más difícil puesto que anochecía más tarde. Se esforzó, habló con los profesores sin intentar montar mucho ruido, para que no trascendiera demasiado su caso. Tampoco era muy inteligente llamar demasiado la atención. Consiguió hacer un cuatrimestre decente. Por ahora no perdería la beca.
La ayuda de la señora Antonia, que se había convertido en su segunda madre, le sirvió para seguir adelante. Lucas también le había apoyado, no sólo sentimentalmente, sino también ahora que había dejado de ser humano.
Ahora que era un vampiro.
Dormía con Lucas. Al principio coincidían pocas horas, hasta que Lucas comenzó a cambiar su horario a un ritmo más nocturno. En pocos días, estaban durmiendo juntos durante toda la mañana. Cuando César llegaba al amanecer, después de vagar por Granada con su sire, aprendiendo cosas nuevas cada día, se encontraba con Lucas esperándole, leyendo tratados arcanos, vendando sus heridas o practicando con su estoque contra las sombras de la habitación. Lucas, por su parte, se levantaba a la hora de almorzar (pero César nunca lo notaba), cumplía con sus deberes (mágicos o de la índole que fueran), y regresaba un par de horas antes del amanecer, para poder conversar con César hasta que el Sopor lo vencía, y se acostaban uno al lado del otro.
La señora Antonia había prácticamente obligado a César a mudarse poco después de lo ocurrido. La abuela del niño había acondicionado una de las habitaciones para que durmieran ellos dos. Como no tenía que darle explicaciones a nadie, tapió un par de ventanas, de forma que el refugio era impenetrable a la luz solar.
Se quitó las sábanas de encima. Estaba desnudo, consecuencia de su ritual matutino ordinario con Lucas. Se estiró y se vistió. Olía a comida, la señora Antonia estaría preparando la cena.
Cuando abrió la puerta de la habitación y se acercó a la ventana del salón pudo ver que la claridad del cielo era mínima. Una noche estrellada de primavera.
Lucas se acercó a la ventana, pasándole la mano por el torso suavemente, y le besó en la mejilla.
-¿Qué vas a hacer esta noche? -le preguntó.
-Me han llamado al Elíseo. No sé si Zacarías irá, pero yo me quiero acercar. No conozco a casi ningún vampiro en la ciudad, y algo me dice que Zacarías no aguantará mucho más aquí -miró hacia la calle e hizo una pequeña pausa, meditabundo-. No quisiera quedarme solo. ¿Y tú?
-Tengo que terminar de estudiar, mañana tengo una pruebecilla de historia, que ya mismo se termina el trimestre.
Lucas era un niño escuálido y de piel clara, que contrastaba con la complexión casi atlética y la piel dorada de César. Lo que había hechizado a César no había sido su físico -que no era gran cosa-, ni la candidez de los 16 años, sino cómo lo había acogido cuando era humano, y ahora que era un vampiro.
No había dejado de quererlo ni un sólo momento. Ni siquiera ahora que se había convertido una criatura de la noche.
Salió por la puerta, no sin antes despedirse de la señora Antonia, una mujer mayor y oronda, que estaba cocinando para Lucas y para ella con su vestido negro y un delantal de flores, probablemente adquirido en cualquier mercadillo.
-Ten cuidaíco. Y a ver cuándo te quitas las rastas, César. Un día te las voy a cortar con estas estijeras -dijo, levantando la mano que cortaba tiras de pechuga de pollo. Las soltó y, agarrándolo de la cara, le dio cinco besos seguidos en la mejilla a César antes de volverse a sus quehaceres y echarlo de la cocina.
Eran ese tipo de cosas las que hacían que César no se volviera loco con todo lo que había sucedido.
Bajó al portal, con pocas esperanzas de encontrarse a su sire. Era probable que Zacarías estuviera ya de camino al Elíseo. Lo buscó por los sitios por los que solía rondar por el barrio sin mucho empeño. No lo encontró, y echó a andar, cruzando el puente de la Chana, en dirección a Plaza Nueva.
Llegó a la Alhambra, un ghoul vestido con el uniforme de seguridad de la Alhambra lo identificó y lo dejó pasar hasta los jardines del Generalife.
Ya desde la distancia, podía escuchar a la gente hablando entre sí...
Agudizó sus sentidos. ¿Cuánta gente habría? Zacarías le había hablado del Consejo de Granada, pero él nunca había sido convocado. De hecho, era la primera vez que estaba dentro de la Alhambra. Lucas lo había subido una noche, al principio, cuando se empezaron a ver. Cuando César era aún humano, y pensaba que Lucas era un chiquillo normal. Habían paseado juntos por las afueras de los Palacios Nazaríes, pero no habían entrado. Ahora estaba en el Generalife, y no para la visita turística estándar, intuía.
Otros vampiros. Le aterraba un poco la idea, y al mismo tiempo era reconfortante. Zacarías era muy independiente y apenas conocía a dos o tres. Casi todos Gangrel. César había oído hablar de los toreador del Albaycín, y había creído reconocerlos en algún paseo nocturno por las estrechas calles.
Hermanos en la noche. Andaba solo hacia los jardines, donde la Estirpe se congregaba bajo las estrellas, pero intuía la presencia de otros que se encaminaban hacia el mismo lugar que él, sin dejarse ver. Había luces místicas, como globos de luz, flotando sobre el suelo a unos discretos dos metros y medio.
Jardines del Generalife
12 de Marzo de 2010, 23:00 horas
Así se hacen las cosas en el Elíseo:
El que habla permanece de pie, los demás permanecen sentados.
Todos se sentaron a excepción de Zoe. Duhas y L'Niir se sentaron uno a cada lado.
El silencio fue total durante cinco segundos. Luego todos escucharon la voz de Zoe, profunda y poderosa.
-Hola a todos -los recorrió con la vista en un instante, con aire aprobador-. Me alegro de comprobar que habéis venido casi todos, porque esto es importante.
Nadie dijo nada, aunque uno de los anarquistas del Almanjáyar pareció a punto durante un instante. Hubo algo en el ambiente, durante un momento. Pasó. Zoe siguió hablando.
-Como sabéis, desde todo aquel asunto de hace cinco años tenemos grupos especiales de vigilancia territorial en nuestras fronteras. Uno de ellos ha sido arrasado por completo.
Murmullos apagados. Un vampiro vestido con ropa cara le da un codazo juguetón a otro vampiro vestido con ropa cara. Zoe aguardó con cara muy seria a que se restableciera el silencio.
Pocos segundos después, se hizo el silencio. Todos esperaron a que siguiera hablando. Pero se sentó. Al mismo tiempo, Duhas se levantó.
-Buenas noches -dijo con voz clara y controlada-. Como podéis imaginar, hemos intentado rastrear al atacante con todo lo que tenemos. Sólo hemos tenido un éxito... relativo.
El silencio se hizo aún mayor.
-Sabemos que está en la ciudad. Y lo sabremos cuando se vaya de la ciudad -hizo una pausa valorativa, luego habló casi para sí mismo-. Si es que se va.
Todo el mundo comenzó a hablar, incontrolablemente. Cada uno comentaba sus ideas al respecto con quien tenía cerca. Duhas permaneció de pie con expresión paciente durante cerca de veinte segundos. Luego se llevó la mano a la cara para mesarse la barba, y un sonido profundo se dejó oir durante un instante. Todo el mundo se calló. Duhas se sentó.
L'Niir se levantó. Un gato trepó por su espalda hasta situarse sobre su cabeza.
-Es... peligroso... -su voz se arrastraba ligeramente, y resultaba dulce y perturbadora- Tened cuidado. El intruso busca algo... algo malo... Y quiere hacernos daño a todos.
En los últimos años, la fama de L'Niir como telépata y precognitiva no había hecho sino aumentar. Todos la miraban con los ojos abiertos como platos. El silencio se hizo más profundo todavía.
-El que camine solo, morirá solo. El que huya de la adversidad será devorado por ella. Escuchad vuestros sueños. Tratad bien a los gatos. Eso es todo.
El Cónclave se levantó. Todo el mundo los imitó, y comenzaron veinte conversaciones simultáneamente. Los grupos antiguos se alejaron para hacer planes. Algunos de los neófitos solitarios se acercaron suplicantes a ellos, implorando no quedarse solos.
Otros, con más orgullo, recorrían con la mirada los jardines llenos de belleza y Vástagos asustados, en busca de alguien con quien asociarse como un igual.
Vlad empezó a analizar con la vista a todos los vampiros camaradas presentes. Se acercó a un vampiro algo delgado, pero con pinta de estar en forma. Era moreno de piel, joven, el pelo castaño enredado en rastas y unos rasgos exóticos, claramente indicativos de etnia gitana.
Se acercó a él, con determinación. Como si lo conociera. O como si estuviera seguro de querer conocerlo.
-César -comenzó, cuando estuvo a su lado. César mostró cierta sorpresa cuando escuchó su nombre venir de un desconocido, pero fue prudente y aguardó- Si queremos poder hacer frente a esta situación, debemos hacer un equipo, se que Anna Petrescu y tú sois unos huesos duros. Yo tengo buenos sentidos, rastrear una presa que se oculta es lo mio, juntos podríamos resolver el problema, y demostrarles nuestra valía al Cónclave.
César lo miro algo sorprendido. Le sonaba la cara de Vlad remotamente. Probablemente se habían encontrado alguna noche, mientras él paseaba con su sire. Sí, recordaba que Zacarías se había parado a hablar con él.
Vlad parecía un Elvis-motero, con su cazadora de cuero (en la espalda lleva dibujada la cabeza de un lobo), anillos, pendientes, piercings, patillas muy largas y peinado engominado rockabilly, y gafas de sol doradas tipo ray-ban sobre las que asomaban unos ojos rojos.
Por otra parte, César no tenía ni idea de quién era Anna Petrescu. Vlad estaba solo, pero parecía estar muy seguro cuando hablaba sobre Anna, como si la conociera bien. En cualquier caso no estaba la situación como para quedarse mucho tiempo sin compañía. Sin pensarlo mucho, respondió.
-Me parece interesante esto que me cuentas. -Miró alrededor, como si lo que tenían que hablar fuera secreto-. Pero vámonos a otro sitio.
Acto seguido Vlad se alejó de la gente lo suficiente como para que su conversacion no pudiera ser captada por unos sentidos aguzados por el Auspex. Con la cabeza le hizo un gesto a César para que lo siguiera hacia las afueras. Cuando se separaron lo suficiente, habló.
-Mi nombre es Vlad Von Hellich. Soy un Gangrel. Me he criado en los bosques de normandia. Si estamos juntos en esto, jamás te traicionaré. Me gusta la cuidad, pero mi espíritu pertenece al bosque. Eso es todo lo que necesitas saber de mi. Como te decia antes, puedes confiar en dos cosas, primero que puedes contar con mis sentidos para encontrar lo que sea que vayamos a buscar, y segundo que siempre estoy preparado para patear culos cuando las cosas se ponen feas.
Hizo una pequeña pausa. César esperó a que terminara.
-En cuanto a lo que podemos hacer para resolver esto, tengo un plan, a ver que te parece. Podriamos ir a la zona donde la patrulla fronteriza ha sido exterminada, creo que puedo averiguar algo que nos sirva para saber que estamos buscando si analizo la escena con detenimiento. En cuanto que sepamos a que nos enfrentamos, estaremos más cerca de como encontrarlo.
César pensaba rápidamente. No tenía muy claro querer asociarse con alguien que quería ir directo a la boca del lobo, cuando el Cónclave les había advertido, precisamente, del peligro que corrían.
"El que camine solo, morirá solo", había dicho L'Niir. Zacarías, su sire, no había aparecido. Probablemente se había ido de la ciudad, lo cual no era sorprendente en un Gangrel. No le quedaban muchas opciones. Y en cualquier caso, Vlad parecía simpático.
-Me apunto -sentenció.
Vlad indicó que deberían ir a un edificio de las cercanías a por información. Hablaba mientras iban caminando.
-Acompañame. Hace un rato no he podido evitar escuchar una conversacion ahi dentro. Unos vampiros hablaban de un grupo de ghouls informantes de un tal Acíbar. ¿Te suena este nombre? Patrullaban en la frontera de Pinos Puente por orden del conclave cuando fueron exterminados. Por lo visto la escena presenta muestras de una gran lucha, asi que es probable que sea facil de encontrar. Aunque prefiero ir sobre seguro, mejor no exponerse innecesariamente.
César miraba a Vlad algo perplejo mientras éste hablaba. En su barrio natal era muy común que la gente hablara rápido y soltando todo lo que se les pasaba por la cabeza, pero se había acostumbrado a las formas más sosegadas de Granada, y el método atropellado de exposición de Vlad lo turbaba ligeramente.
Llegaron al sitio indicado. Al entrar al edificio se acercó a un grupo de vampiros pijos a preguntar amablemente indicaciones sobre la localización de la patrulla de ghouls. Vlad preguntó además por la identidad del tal Acíbar.
El grupo de vampiros pijos más grande estaba compuesto por dos, uno rubio y otro moreno. Eran los mismos a los que Vlad había visto hablar anteriormente. Al escuchar sus preguntas, se echaron a reir durante unos segundos. Luego, el rubio sonrió deslumbrante y dijo:
-Culpa mía, me temo, por no haberme presentado adecuadamente. Yo soy Acíbar, y éste -hizo un gesto con la mano que indicaba a su acompañante- es Mugalto. Somos Ventrue, chiquillos de Gilbert, que fué chiquillo de Isidoro.
Mugalto, que parecía estar retorciéndose de risa, lo interrumpió.
-Vendemos información, y competimos por tener los mejores informantes. Algunos de los informadores de aquí mi compañero -señaló a Acíbar- obtuvieron algo de información sobre el ataque al destacamento ghoul de Pinos Puente.
-No son mis informadores. Estaban a prueba para poder llegar a ser mis informadores.
Mugalto puso los ojos en blanco.
-Si te pasan información, les pagas por ella y te fías de lo que te dicen, son tus informadores.
Acíbar lo miró como diciendo: no es el momento, no es el lugar, hablaremos más tarde. Duró un segundo, y ambos recuperaron una expresión profesional. Cuando Acíbar volvió a hablar, lo hizo en un tono distendido pero formal.
-Todo eso no importa.
La expresión de su cara indicaba que estaba dispuesto a conversar, pero no durante mucho tiempo más.
Vlad comprendió lo que queria decir Acíbar. Sacó un puñado de billetes del bolsillo (50 €) y se los dió.
Los dos Ventrue se miraron un instante. Mugalto parecía estar recurriendo a todo su autocontrol para no revolcarse por el suelo de risa. Acíbar sonrió, todo simpatía.
-Bueno, a mis informadores menos fiables les pago con dinero -su sonrisa se volvió guasona-. Y con más dinero que ese, por cierto -le cambió la expresión a una amable y seria a la vez-. Entre la Estirpe, lo común es pagar en favores o en vitae. Dime lo que quieres saber y te diré lo que puedes hacer para compensármelo, ¿bien?
-Bien bien bien. Lo que quiero es saber donde fué exactamente el ataque, para examinar la escena. No es que no me fie de tus informantes, mas bien, prefiero ir a ese sitio y sacar mis propias conclusiones.
-Oh, me daría vergüenza cobrarte algo por esto. El ataque fue en el puesto de alerta de Pinos Puente, calle del Caribe, número 2.-hizo una mueca burlona-. Creo que la ubicación la decidió L'Niir en uno de sus momentos lúcidos, quiero decir, relativamente lúcidos. Calle del Caribe... -murmuró para sí mismo, meneando divertido la cabeza.
-Gracias por la información.
Vlad se dió la vuelta y partió hacia la salida. "¿La Calle del Caribe? ¿Me suena de algo?" se preguntó mientras se rascaba la barbilla. Reflexionó un instante. No le sonaba de nada. Aunque tuvo que reconocer que el nombre era chistoso.
Cuando salieron, Vlad habló.
-¿Que te parece César? ¿Nos pasamos por allí?
-Bien -dijo César, sin mostrar mucha emoción-. Iré contigo.
Se montaron en la moto de Vlad y se dirigieron a la zona indicada.
Pinos Puente
13 de Marzo de 2010, 0:30 horas.
Se bajaron de la moto a tres manzanas del Puesto de Avanzada Ghoul.
La noche parecía tranquila. Como única representación de los habitantes del pueblo había un grupito de adolescentes con el pelo estilo cenicero bajo un soportal, comiendo pollo de varias cajas de cartón. Junto a ellos había algunas motocicletas estacionadas, probablemente suyas.
Llovía ligeramente, y entre eso y el viento se sentía un poco de frío.
En la lejanía se podía ver un edificio de dos plantas, con las ventanas rotas y las cintas de la policía científica rodeandolo.
Vlad se acercó acechando desde una calle oscura para observar la escena con detenimiento. Mandó unas señas de sigilo a César.
César asintió levemente con la cabeza. Esperó, mientras miraba alrededor en busca de posibles amenazas.
Voy a entrar -susurró Vlad-. Aprovechare la oscuridad para colarme sin ser visto. Si puedes sigueme.
Silenciosamente, se coló por una de las ventanas. Sus ojos se tornaron rojos al instante. César volvió a asentir. Miró a ambos lados, nadie miraba. Saltó tras Vlad, sus ojos brillando en escarlata.
Era una habitación grande, iluminada vagamente por la luz indirecta de las farolas. Imposible ver nada para alguien con sentidos normales, pero los dos vástagos se movían como si todo estuviera a plena luz.
Lo primero que se notaba era el rastro de una gran pelea. Y, a poco que uno supiera algo sobre los poderes sobrenaturales, se podía deducir que esto no era cosa de mortales. Las marcas de disparos en las paredes eran una cosa, pero ver la barra americana (de obra) arrancada de cuajo y lanzada al otro extremo de la habitación era algo muy diferente. Los muebles estaban todos rotos de una u otra forma. Algunos habían sido tiroteados, otros partidos por la mitad (la mesa grande de madera recia, con un refuerzo de acero en la parte de abajo), y otros eran casi irreconocibles, reducidos a astillas.
Vlad fue súbitamente consciente del olor a sangre. En esta habitación se había sangrado mucho. Aquí... y allí...
"Esto es obra de un solo ser", comprendió súbitamente. "Entró por allí, echó abajo la puerta y saltó tras la barra americana tan rápido que los disparos impactaron en su recorrido, no en él. Y luego la arrancó de cuajo y se la tiró a los ghoul, a tres de ellos. Por eso habían sangrado tanto por aquella zona. Los demás se abalanzaron sobre el intruso, con armas blancas...".
No podía seguir la reconstrucción a partir de ahí. Probablemente después era cuando se rompieron todos esos muebles. Vlad empezó a olfatear la estancia, siguiendo el rastro de destruccion, repitiendo los pasos dados por el desconocido asaltante. Buscó restos de sangre del asaltante, intentando distinguirlos de la sangre ghoul que estaba esparcida por todo el lugar. Le indicó lo que estaba buscando a César, para que le echara una mano.
Pronto se reveló como una tarea bastante más difícil de lo que parecía a simple vista. Entre ambos buscaron mancha por mancha, y Vlad las olisqueó todas.
Hasta que una, en concreto...
...una mancha en la pared, cerca del suelo. Vlad aspiró profundamente, y su pelo se erizó levemente.
-Ésta sí que es suya. Es inconfundible.
Vlad cogió su cuchillo y rasco unas laminas de la mancha de sangre. Las despositó en un pliegue de papel, y las introdujo con mucho cuidado en su cartera. Luego tomó una servilleta de su bolsillo y lo frotó contra la mancha de la pared hasta asegurarse que habia impregnado el rastro en ella. Mientras César lo observaba hacer esto, habló.
-Ya hemos acabado, vamonos de aqui.
El joven gitano asintió, serio pero con un aire inequívocamente satisfecho. Al parecer, no era hombre de muchas palabras.
Salieron como sombras furtivas. César lo miró con aire interrogante. Vlad entendió la expresión y empezó a pensar en voz alta mientras se alejaban de la escena.
-Necesitamos alguien que pueda analizar esta sangre y decirnos algun dato que nos sirva para acercarnos a la identidad del bastardo que esta haciendo todo esto. Bueno hasta aqui llega mi plan, a partir de ahora no se me ocurre que mas hacer. ¿Alguna idea?
César lo miró largamente, con una expresión vagamente concentrada. Empezó a hablar con la mirada perdida, como si las ideas le llegaran a la boca por inspiración, casi sin pensarlas.
-Quizá alguno de los vampiros más viejos pueda ayudarnos... pero si nos ayuda, seguro que intenta quedarse el mérito. A lo mejor contactar con un mago sería mejor opción.
-Tienes razon en eso. Por lo demas, creo que debemos esperar al siguiente movimiento del enemigo, para tener mas datos. Por ahora no podemos determinar si el ataque fue aleatorio, si atacaron esa zona por que estan emplazados cerca o quizas fue por donde entraron a la ciudad, que es lo mas probable. Después de todo, esto es una zona fronteriza. De todas formas, si esperamos en el centro de la ciudad, nos encontraremos en situacion de reaccionar rapido, tanto si atacan de nuevo los alrededores, como si avanzan hacia algun punto importante del nucleo vampirico. Así que... podriamos ir a un bar a esperar.
César esbozó una extraña sonrisa, y sus ojos parecieron reflejar levemente la luz de la luna.
-No, si lo que quiero decir es... -sonrió más ampliamente- ...que conozco un mago con el que podemos contactar.
Vlad abrió los ojos mucho para responder.
-¡Entonces hazlo, no hay tiempo que perder!
Plaza Nueva
13 de Marzo de 2010. 1:30am
El apartamento era pequeño, apenas una habitación grande, estilo salón con barra americana en el que cabía un sofá, una mesa no muy grande y un pequeño televisor. Una de las paredes estaba cubierta con un enorme y vistoso grafitti, por la otra podía verse Plaza Nueva. Las otras dos daban al baño y al rellano.
César había abierto con su propia llave y había entrado sonriendo extrañamente, y había algo en su lenguje corporal que decía que el muchacho gitano, habitualmente imperturbable, estaba un poco nervioso.
César cerró por dentro. Esperaron cinco minutos, cómodamente sentados en el sofá. De repente, como movida por una súbita corriente de aire, la puerta del baño se cerró.
Y brilló. Y se abrió.
Un muchacho muy delgado, con una complexión bastante atlética, vestido con una gabardina larga de lana y botas recias, estaba en el umbral. Tras él no se veía el cuarto de baño, sino una especie de mezcla entre gimnasio, almacén y biblioteca, que olía a polvo, sudor y papel viejo. El muchacho dio dos pasos hacia adelante. La puerta se cerró tras él y brilló de nuevo.
Vlad lo miró con atención. Aparentaba unos dieciséis años, pero sus ojos estaban llenos de una sabiduría atemporal. Con un vistazo, el chico recorrió el apartamento. Asintió brevemente, abrió su abrigo dejando ver una camisa celeste de apariencia cara. Metió la mano en el bolsillo interior del abrigo, extrajo una especie de pelotita de papel, la sostuvo con las dos manos. Hubo una rápida manipulación, la pelotita de papel se desplegó en forma de poliedro con simbolos arcanos grabados en las caras y las aristas.
Algo raro en el aire. No, en el espacio. Las paredes parecieron ondular durante un momento casi imperceptible. Con mucho cuidado, dejó la figura de papel en el suelo. Se irguió y asintió brevemente, satisfecho. Volvió a mirar a los dos vampiros, con total tranquilidad.
-Soy Lucas Escorzo, bani Santiago Mervius, de la Orden de Hermes -su vista pasó de un vampiro a otro-. Veo que la necesidad hace extraños compañeros de cama -dijo mienrtas sonreía levemente-. Decidme en qué puedo ayudaros.
-Mi nombre es Vladimir von Hellich, del clan Gangrel - esperó a que Cesar hablara pero era evidente que ya se conocian de antes- Hay algo que acecha la ciudad, no sabemos lo que es, pero sabemos que es peligroso. Hace pocos dias un grupo de patrulla fronteriza fue exterminado por algo que no es humano. Necesitamos mas pistas que nos sirvan para dar con el antes que el vuelva a dar con nosotros. Tal vez si teneis alguna podriamos juntarla con las nuestras y asi tener una mejor perspectiva para resolver este asunto.
El joven parecía ligeramente confuso. César no añadió nada, pero sonrió. "Ya te explicaré luego", pensó, como si el muchacho pudiera oírlo.
-Pues que yo sepa, no estamos investigándolo -dijo, un poco avergonzado-. Em... tenemos otros problemas entre manos.
Transcurrieron un par de segundos.
-Pero si puedo ayudaros en algo, por supuesto, lo haré -hizo un gesto amplio con las dos manos-. El Concilio de las Tradiciones es aliado de la Camarilla en Granada.
Vlad sacó del bolsillo de su chaqueta una servilleta muchas veces doblada. Mientras deshacía los dobleces con mucho cuidado se explicó.
-Esto es restos de su sangre coagulada que pudimos extraer de la escena donde atacó a los nuestros. Habiamos pensado analizar su sangre para ver que podiamos averiguar.
-Veré lo que puedo hacer. Un momento...
Su tono de voz descendió. No parecía estar utilizando sus poderes mágicos, sino más bien hablando para si mismo.
César se levantó y dio un rodeo al piso. Estaba acostumbrado a los protocolos arcanos de Lucas y no le sorprendían lo más mínimo.
Tras murmurar unos segundos, Lucas alzó la vista. De un bolsillo del abrigo extrajo un pequeño reloj antiguo, cuya tapa se abrió en un movimiento fugaz. La mirada del muchacho se nubló durante un instante.
-Percibo una voluntad sobrenaturalmente fuerte... y un odio intenso. Es... un bebedor de sangre cuya mente está trastornada -cerró la tapa del reloj y lo volvió a guardar-. Si me dejáis una fracción de la muestra es posible que pueda rastrearlo, quizá hasta predecir su siguiente movimiento -su sonrisa se torció ligeramente-. Aunque no os puedo prometer nada.
-Por supuesto que si -Vlad le pasó el sobre-. Sirvase usted mismo.
-Bien. Bien -dijo el joven mago, mientras rascaba la mancha oscura del sobre con una pequeña navaja- . Esto será suficiente.
Dejó caer al suelo la pequeña partícula negruzca. Sacó de su bolsillo un pequeño rotulador y comenzó a trazar un complejo dibujo arcano alrededor de la muestra.
Se sentó en cuclillas frente al círculo arcano, contemplándolo fijamente. Su mirada se hizo vidriosa. Luego extendió las manos como para calentarse, y el círculo se iluminó con una suave luz plateada.
-Athimeo. Oxelamethia -dijo, con voz ronca y clara-. Impervio, intellego inimicum, rego témpore. Adramantiacamem, theleologós. Yo te lo ordeno.
Perdió su luminosidad de repente, y el mago se levantó bruscamente. En el círculo no se veía ni rastro de la muestra.
-Busca la sangre de Troile. No sé lo que quiere decir eso. Creo que es un vampiro antiguo. Y dentro de una semana estará en el tren que no sale de ninguna estación. Tampoco estoy muy seguro de lo que quiere decir eso -hizo un gesto de desaliento-. Siento no haber sido de más utilidad, pero es que los escudriñamientos... bueno, no son muy de fiar cuando hay seres sobrenaturales de por medio. Esto está sujeto a cambios, por supuesto. El futuro que se ve es sólo el futuro más probable, y nuestros actos lo pueden cambiar -miró su reloj- . Lo siento. Tengo que irme. Ya sabéis cómo encontrarme. Tened cuidado con esa cosa. Adiós.
Sin dejar de hablar, caminó hacia la puerta por la que había entrado (la del baño), y la cerró. La puerta brilló y se abrió, daba al mismo gimnasio-biblioteca que habían visto antes.
Coincidiendo con el "adios", entró y cerró la puerta tras él.
La puerta brilló de nuevo y se volvió a abrir. Volvía a haber un cuarto de baño.
Los vampiros se miraron el uno al otro, mientras pensaban en su siguiente movimiento. Vlad miró el reloj de pulsera para ver la hora. Eran las dos de la madrugada.
-Bueno -interrumpió César, irguiéndose ligeramente como si hubiera llegado a una resolución-, algo tenemos. Por lo que ha dicho el Lucas, ese bicho busca a uno de los nuestros. Lo cual tiene sentido, teniendo en cuenta que atacó en una zona fronteriza defendida por la Camarilla. Creo que eso no ha sido aleatorio. -Se detuvo un momento y miró hacia arriba, como organizando su discurso-. Deberíamos informar al Principado. Puede que ese tal Troile esté en peligro.
César se dirigió hacia la puerta mientras sacaba las llaves. Antes de girar el pomo para abrir, se volvió hacia Vlad.
-Además, siempre he querido conocer a Duhas.
Sonrió, y salieron por la puerta.
Cogieron las motos y subieron por la cuesta de Gomérez.
Llegaron a la Alhambra sobre las 2:15am. El ghoul grandote y bien armado que guardaba una de las "entradas VIP" se inclinó respetuosamente mientras abría la entrada para César y Vlad.
Alhambra
13 de Marzo de 2010
En el Generalife aún quedaban miembros de la Estirpe, al parecer conversando de forma relativamente amistosa. Se reconocía, al primer vistazo, a la misma pareja de Ventrue (uno rubio, otro moreno) que había conversado con Vlad unas horas antes, y a Duhas, que estaba hablando con tres vampiros, los cuatro sentados en una balaustrada. También había un Malkavian tumbado boca arriba sobre el césped, aparentemente hablando con las estrellas.
Vlad se acercó a Duhas. Guardó unos segundos antes de hablar.
-Buenas noches. Necesitamos hablar con usted. Es un asunto urgente.
Duhas realizó un breve gesto con la cabeza, dirigido a los tres Vástagos con los que hablaba. Éstos se levantaron y se marcharon caminando sin prisa y en silencio.
Duhas sonrió levemente mientras se incorporaba. Acarició los laterales de su mentón mientras contemplaba, al parecer, las estrellas nocturnas o el perfil del muro que rodeaba los jardines.
Gradualmente, fijó su atención en Vlad y César.
-Disculpadme, no tengo mucho tiempo y sí tengo muchas cosas que hacer. Os escucho, pero sed breves.
Ántes de hablar, César se eclipsó por un momento en los ojos de Duhas, de color marrón aparentemente anodino. No era lo suficientemente viejo como para saber si Duhas era un vampiro poderoso o no, pero al joven vampiro le parecieron cargados de sabiduría y de historias que contar. Y entonces vio, en una súbita revelación, que Duhas había dedicado tiempo y energía a perfeccionar esa apariencia anodina. Se decía que muchos de los enemigos del Cónclave lo contaban el último cuando hacían planes para eliminarlos a los tres, y eso le había sido (a él mismo, al Cónclave, a la ciudad) de gran utilidad para cogerlos por sorpresa. No sólo eran ojos. Era una máscara.
-Hemos encontrado lo que creemos es una pista sobre la criatura que atacó el puesto fronterizo. Un mago de confianza ha conseguido algo de información tras un breve ritual que hizo con un poco de sangre del bicho en cuestión que le conseguimos.
César miró a Vlad, para que mostrara la evidencia a Duhas, y siguió hablando.
-Nos ha dicho que busca la sangre de Troile. Y que dentro de una semana estará en el tren que no sale de ninguna estación. -Sonrió brevemente-. No es mucho, pero al menos es un sitio por el que empezar.
Duhas asintió, comedidamente. Luego habló en voz muy baja.
-No sé a qué se refiere lo del tren. Se lo diré a L'Niir por si se le ocurre algo -hizo una breve pausa, durante la cual esbozó una sonrisa torcida-. Supongo que estáis algo preocupados por el tal Troile... aunque yo de vosotros no me preocuparía mucho. Troile es un vampiro de cuarta generación. El filius de Brujah, del que descienden todos los Brujah. Les diré a todos ellos que estén especialmente alerta.
Se rascó levemente la nuca, con un gesto deliberadamente humano.
-Buen trabajo, chicos. Esa actitud es lo que necesitamos para impedir que esa cosa se nos coma. Y... hum... intentad mantener ese contacto con las Tradiciones. Tengo la impresión de que a veces no nos apoyan tanto como podrían... -su mirada se perdió durante un instante- ¿Necesitáis algo más?
Vlad se apresuró a hablar.
-Armas, algo de calibre pesado por si lo tenemos a tiro. Yo además me buscaré una espada o un hacha en una armería, o quizas una lanza de madera para atravesarle el corazon, sabemos que es un bebedor de sangre, quizas comparta esa debilidad.
-Calibre... pesado. ¿Sabéis que al Concilio no le gusta que los vástagos vayan por ahí usando armas de fuego? -aclaró, ante la mirada respetuosa pero parcialmente incrédula de Vlad- Porque llaman mucho la atención de las fuerzas de seguridad, y de los mortales en general -meditó durante un momento-. Podéis llevar pistolas, si queréis, dadas las circunstancias especiales. O una escopeta recortada, y hasta ahí estoy dispuesto a llegar.
Vlad se volvió entonces hacia su compañero.
-Por cierto César, ¿tú peleas con las garras o usas armas? Yo en un cuerpo a cuerpo puedo sacar mis garras y tal, pero quizas no tenga fuerza suficiente para hacer daño a algun enemigo de gran resistencia, que por lo que hemos estado investigando, tiene toda la pinta de serlo.
César frunció una ceja, como ordenando el discurso apresurado de Vlad.
-Yo... sólo he peleado con mis garras. Mi sire no me enseñó a otra cosa. Y yo de humano no era muy de pelear. -Miró hacia abajo, como avergonzándose de no ser un gran luchador ahora que la situación lo requería-. Pero lucharé con todas mis fuerzas, de eso no os quepa duda.
Fue a añadir "hasta mi último aliento si hace falta", pero de repente se acordó de Lucas.
-Y haré todo lo posible por mantener esta alianza con las Tradiciones -añadió, esta vez mirando a Duhas directamente-.
Se despidieron de Duhas, para no importunar mucho más al vampiro (obviamente muy ocupado). César estaba algo más tranquilo. Nunca había hecho nada solo, sin su sire, y ahora que estaba sólo con Vlad sentía una sensación de desapego a la que irremediablemente se tendría que acostumbrar.
-Vlad -comentó mientras bajaban a por las motos-, parece que nuestro siguiente movimiento se plantea dentro de una semana. Quizá deberíamos dejar el asunto aparcado hasta entonces. Entre otras cosas... porque no se me ocurre qué hacer mientras. -Pensó por un instante-. Aunque quizá podamos recabar algo de información sobre Troile. Y por supuesto intentar localizar ese maldito tren que no sale de ninguna estación.
Vlad se rascó la barbilla, se encendió un pitillo y, sonriendo, habló.
-La semana que viene deberiamos irnos a la discoteca El Tren, es la única opción valida. Vamos a hablar con algunos Brujah, a ver si podemos averiguar algo ¿Por donde empezamos?
-Pues no sé, tampoco te creas que sé mucho sobre la ciudad. Llevo menos de un año aquí, y menos de vampiro. Pero si lo que queremos es hacer amigos, vámonos a los bares. Calle Elvira puede que sea más Toreador, por la cercanía con el Albaycín. Pero sabiendo cómo son, estoy seguro de que algo nos encontraremos en Pedro Antonio -arrancó su moto y volvió a mirar a su compañero-. De hecho, me juego una rasta a que más de uno nos lo encontraremos en el Rainbow.
Llegaron a Pedro Antonio, y aparcaron las motos en uno de esos huecos que dejan los coches, usualmente con adolescentes apoyados en ellos comiendo una caja de pollo frito del Pollo Picom.