Humo y Vapor III
16 de Abril de 26aGR, 20:25 horas.
A medida que Ide se fue acercando a la Flor Esquiva, percibió un olor apetitoso. Poco antes de llegar se hizo obvio que Delia, o quien estuviera en la cocina, no se limitaba a preparar bebidas.
Casi la mitad de las mesas estaban ocupadas con sintientes cenando; y tanto Delia como Sira servían las mesas.
Ide se acercó a la barra, y aprovechando un breve momento de calma, habló con Delia, la cual se había acercado a la barra.
-La idea era que Sira comiera algo, no que se pusiera a trabajar... -dijo Ide con humor.
-No he podido retenerla -repuso Delia con una sonrisa-. Supongo que no está acostumbrada a permanecer quieta mientras los demás trabajan a su alrededor...
Sira se aproximó a la barra, e inclinó la cabeza respetuosamente cuando vio a Ide. No dijo nada.
-Yo pensaba que querrías comer algo... pero parece que has decidido echarle una mano a Delia -dijo, sonriendo-. Lo que te haga más feliz. -Miró a Delia-. ¿Crees que puede quedarse contigo, o levantará sospechas? No se me ocurre un lugar seguro donde pueda estar, mientras resuelvo... lo que tengo pendiente aquí.
-Puede quedarse, desde luego... todo el mundo pensará que Vima me ha puesto un refuerzo, o que pronto va a reemplazarme... pero si me voy pronto de Nar Shaddaa, nada de eso importará -dijo, mientras posaba una mirada de desesperación contenida sobre Ide.
-Vima me ha invitado a cenar. De hecho, debería notificar que estoy aquí de alguna forma, creo que me iban a avisar.
Los ojos de Delia se abrieron considerablemente. Un pánico primordial creció en ella, sólo para ser ahogado por una férrea fuerza de voluntad. Con voz muy controlada dijo:
-Si... quieres alejar la atención de Sira, será mejor que no llames desde aquí.
-Cierto, cómo he podido ser tan tonto.
No lo dijo, pero intuyó que el horror de Delia no se debía sólo a la posible sospecha que podría levantar.
-Me iré a una de los balcones de las zonas de descanso -apuntó, mientras se levantaba del asiento-. Espero que sigáis bien por aquí. Si te enteras de algo sobre... bueno, él, avísame. Sira tiene mi número de comunicador.
-Lo haré -su expresión parecía muy angustiada-. Ten mucho cuidado.
-No te preocupes, sé cuidarme -dijo con una sonrisa, y salió del bar.
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Contacto
Cuando llegó a uno de las zonas de descanso de las plantas intermedias avisó a la recepción de que estaba allí mediante uno de los terminales disponibles. Cuando lo hubo hecho, se acercó a una de las ventanas de transpariacero. No debían tardar mucho en avisar, ya era casi la hora de la cena.
Efectivamente, la terminal se iluminó en menos de diez segundos. Apareció una figura humanoide, que no hizo sino decir: "Espere, por favor. Alguien llegará para acompañarlo en breve."
No habían transcurrido ni cinco minutos cuando apareció de nuevo el mismo hombre bien vestido que le había recibido cuando bajó de su nave la última vez. Se inclinó cortésmente a modo de saludo.
-¿Desea que le indique el camino a la Joya Gloriosa, señor?
-Si es tan amable -respondió educadamente Ide.
-Acompáñeme, por favor.
Recorrieron un camino corto y estéticamente agradable, que incluía un par de turboascensores muy bien decorados; y en breve la vista que se apreciaba por las ventanas se volvió espectacular. Desde la parte superior del Palacio del Dolor el paisaje abarcaba una porción considerable de Nar Shaddaa, que, dada su heterogeneidad arquitectónica, daba la impresión de un todo homogéneo armonioso que se rompía en millones de detalles aparentemente incongruentes; como una gigantesca escultura fractal.
Al parecer, la Joya Gloriosa ocupaba la última planta del Palacio. Era una estancia relativamente íntima, de unos cuatro por cuatro metros, a la que se accedía por un ascensor de dos plazas desde la planta inmediatamente inferior. Apenas tenía mobiliario.
Una mesa, y dos sillas una frente a otra. En la mesa brillaba un candelabro, con cinco velas ardiendo suavemente; y en una de las sillas había una mujer que no aparentaba más de veinte años, vestía una camisa sencilla y bebía agua de una copa de cristal; mientras miraba atentamente por la ventana.
Ide esperó a que ella hablara. Cuando lo hizo, fue con una voz cristalina y bien modulada. Ide no pudo evitar pensar que era espléndida voz de soprano.
-Buenas noches -dijo mientras sonreía cálidamente-. Soy Vima Da'Motta. Tome asiento, por favor, si antes no desea disfrutar de las vistas.
-Gracias, señora Da'Motta. Hay que reconocer que la Joya Gloriosa ofrece una vista privilegiada de Nar Shadda. Tiene usted un hermoso hotel.
-Si lo desea, puede tutearme -repuso, mientras se encogía levemente de hombros-. Francamente, nunca le he dado mucha importancia al protocolo.
-La verdad es que me resulta algo extraño hablar de usted a alguien tan joven -Ide mantuvo el tono afable, pero lo que le resultaba verdaderamente extraño era pensar que Vima Da'Motta tuviera una cara amable -.Llámame Ide, pues.
Sonrió aún más ampliamente. Durante unos segundos parecía que no sabía qué decir.
-Excelente. ¿Tienes ganas de cenar algo ligero, o prefieres algo más consistente?
-No suelo cenar mucho. Comer mucho por las noches no me deja dormir bien.
-Algo ligero, entonces... ¿comida calamariana?
-No he tenido el gusto antes. Confío en tu buen gusto.
-Pescado, una especie de galletas de algas... espero que te guste.
Una sección circular de la mesa se abrió frente a ellos dos, y apareció un plato de algo que parecía ensalada de pescado, y que olía deliciosamente.
-¡Al ataque! -dijo Vima, mientras cogía el tenedor. Se detuvo de repente, mientras miraba a Ide- Ah... ¿los jedi tenéis alguna costumbre especial para antes de comer, una oración o algo?
-Oh, no, en absoluto. La Fuerza no necesita alabanzas ni consagraciones -sonrió, y cogió su tenedor.
Vima parecía aliviada.
-Oh, bien -dijo mientras pinchaba la ensalada. Ide comió, esperando que ella hablara.
Sorpresas
Durante unos minutos, ella no hizo sino comer y observar a Ide con curiosidad. Ide pudo oir una música, en el límite de lo audible, algo parecido a ópera. Ella pareció darse cuenta al mismo tiempo que Ide.
-Sabes, la música cantada sin acompañamiento musical es una de las artes universales -dijo con voz animada-. Junto a la pictografía y la danza, creo. Luego los eruditos debaten sobre si la percusión debería ser considerada universal... y la narrativa, claro -hizo un gesto juguetón-. Siempre están debatiendo sobre la universalidad de la narrativa, y peleándose con los lingüistas.
-Soy más una persona de ciencias que de humanidades, he de reconocer. No soy tan docto en estos temas... sin embargo aprendí de pequeño a tocar. Es el único arte al cual me encuentro vinculado.
Ella parecía encantada.
-¡Oh, es fantástico! Yo misma también aprecio mucho la música. El baile también, claro -hizo un gesto descuidado-, pero no tengo una verdadera base teórica para poder apreciarlo apropiadamente.
-¿Tocas algún instrumento?
-Canto -dijo mientras sonreía pícaramente-. Lo que suena, lo canté yo -dijo mientras se ruborizaba ligeramente-. Es... un descuido por parte de mi mayordomo. Ahora parece que quiero alardear o algo...
-En absoluto. No es alardear mostrar cuando es apropiado aquello que uno sabe. La humildad extrema es casi tan mala como el orgullo descarado -se paró unos segundos-. Me gustaría oirte cantar.
Ella se ruborizó.
-Oh, no podría... -se quedó mirando a Ide unos segundos, como pidiéndole permiso.
-Si ayuda, puedo cambiarte una pieza de mi flauta por una obra cantada por ti.
-Bueno, bien... Entonces voy a levantarme.
Se puso en pie despacio, e Ide pudo observar que no era muy alta ni robusta. Parecía una especie de muchacho, aunque algo en su complexión le recordaba a los padawan del templo.
Y de su cadera derecha colgaba un sable de luz.
Intercambios
Cerró los ojos, e inspiró profundamente dos o tres veces. Cantó una nota, como para afinarse; y luego comenzó a cantar.
Espectacularmente. La pieza, cantada a capella, estaba en un idioma que Ide no reconoció, pero la complejidad técnica no le pasó desapercibida. Posteriormente, fue la expresividad de la voz lo que le llamó la atención. Algo dentro de él no estaba preparado por completo para la avalancha de ternura que se derramaba en cada nota, para la lucha que se denotaba tras cada cambio repentino de registro.
Acabó, de una forma que se asemejaba mucho al principio. De alguna forma, Ide percibió al final una riqueza de matices que no había notado la primera vez.
Ella suspiró profundamente. Abrió los ojos de nuevo.
-¿Te ha gustado?
-Ha sido... inesperadamente hermoso y emotivo. Una bella ejecución, sí señor.
Sonrió de nuevo. Parecía acalorada. Parecía incapaz de hablar. Se sentó despacio.
-Muchas gracias -dijo con un hilo de voz.
-Ha sido toda una grata sorpresa, sí señor. Reconozco que no esperaba encontrar esto esta noche.
Ella enarcó una ceja, mientras miraba divertida a Ide.
-Bueno, pensaba que me querías para hablar... no sé, de negocios, o algo parecido -sonrió ligeramente-. No esperaba encontrarme hablando de arte y música contigo.
-Bueno -dijo con voz jocosa-, es un poco rudo, incluso aquí en el borde medio, ponerse a hablar de negocios en cuanto se sienta uno a la mesa...
Ide sonrió.
-Creo que me toca... aunque sea poco apropiado. No sé si estaré a la altura.
-Por favor -dijo ella con una ternura que no parecía fuera de lugar.
Ide se levantó y se separó un poco de la mesa. Sacó su flauta, guardada en el estuche. Dejó la caja sobre la silla y la montó suavemente, sin prisa. Cuando estuvo armada, miró a Vima, y sonrió otra vez. Se colocó erguido, como si estuviera en un recital de verdad. Cerró los ojos, y se rindió a las ondulaciones de la Fuerza, como siempre que hacía cuando producía música.
Comenzó la ejecución con un pasaje sencillo, de poca dificultad técnica pero que transmitía mucha emotividad. De alguna forma, toda su preocupación y su sentido del deber se podían percibir tras la melodía. A medida que se relajaba, sintió como la Fuerza lo inspiraba, complicando el pasaje principal, guiándolo en trémolos y escalas que se enlazaban sin que él mismo supiera muy bien cómo enlazarlas, hasta el último momento. Y enlazaban bien. De repente, Ide se dio cuenta de que había terminado.
Vima aplaudía muy contenta:
-¡Eso ha estado muy bien! ¿Todos los jedi saben tocar tan bien como tú, o es un talento singular tuyo?
Charla sobre jedi
-Bueno, todos los jedi saben hacer algunas cosas bastante bien, cuando se sintonizan con la Fuerza. Yo tuve esa bendición desde pequeño. No sirve para el combate, pero me proporciona momentos muy hermosos.
-El combate está sobrevalorado -dijo ella con una breve carcajada-. ¡El combate es de bárbaros! -añadió, divertida- ¿No has pensado en dedicarte exclusivamente a la música?
-No soy tan bueno... y en cualquier caso, ser jedi es un trabajo muy satisfactorio. Aunque tu especialidad no sea el combate -sonrió.
-Satisfactorio y sacrificado, según tengo entendido.
-No es un sacrificio lo que se ofrece de buena voluntad. Si lo miras así, somos todos voluntarios.
-Bueno, si le explican a uno con todo lujo de detalles lo que podría pasar, supongo que sí. No es -dijo con voz inocente- como si adoctrinaran lactantes o algo.
-Entramos... bueno... se suele entrar muy joven en el Templo. Pero no se obliga a nadie. Se entrena a los seres sensibles a la Fuerza, y según su evolución se les entrena como jedis, o se les enseña otro oficio en el que sus habilidades puedan ser útiles. Supongo que no es una demostración formal, pero no debe ser tan malo: para los chicos es todo un orgullo ser seleccionados como padawan -por un corto instante, a Ide se le torció la sonrisa, al recordar la fiesta de despedida que sus compañeros dieron a Arakosia.
-Comprendo -dijo con voz reflexiva-. Y, si no es molestia preguntar, ¿qué hace un jedi tan agradable en Nar Shaddaa?
La vida en Nar Shaddaa
Una idea cruzó fugazmente la consciencia de Ide. Recordó con quién estaba hablando, y el nombre de esta persona tan amable que le había invitado a cenar.
-Buscar algo que se me ha perdido -dijo afablemente-. Reconozco que no es el sitio más... compatible con nuestras creencias y principios.
-Debe de ser duro -dijo ella.
-No creo que vivir en Nar Shaddaa sea fácil para nadie, si me permites la observación.
-No lo es -dijo, con una súbita dureza-. Para nadie. Ni para los hutt.
-Estoy seguro. He tenido la oportunidad de conocer a algunos, incluso de forma algo más personal. Siempre me ha dado la impresión de que toda la crueldad de este mundo proviene de un sencillo principio... matar o morir.
Vima suspiró.
-De alguna forma... o algo peor -pareció reflexionar un instante-. Un rival muerto... está simplemente muerto. Otro vendrá a ocupar su lugar, y la lucha te habrá debilitado. Si quieres sobrevivir, tienes que esclavizar a tus rivales. Así, no sólo dejan de amenazarte, sino que trabajan para ti -reflexionó un instante-. Por supuesto, sería mejor convertirlos en aliados... pero en Nar Shaddaa no existe esa posibilidad.
-Es quizá eso lo que me desconcierta y desconsuela a partes iguales -dijo el jedi con una mueca-. Sin embargo...
-¿Sí?
-Tú... no pareces pertenecer a este mundo -dijo Ide, con un uso consciente del verbo parecer-. Esta sala, este hotel, a ratos. Esta cena.
-Bueno, no soy de aquí. Llegué cuando tenía más de treinta años -escrutó la expresión de sorpresa de Ide-. Supongo que no aparento mi edad.
-En absoluto. Lo mostré claramente en mi segundo comentario de esta noche.
-Pensé que era una frase de cortesía -dijo mientras sonreía.
-No hace falta mentir para ser cortés -añadió el.
-Bueno, supongo que podría haber algunas especies en la galaxia que me consideraran joven... -su cara se volvió reflexiva- ...aunque no me imagino cuáles podrían ser.
-¿Y a qué te dedicabas antes, no es mucho preguntar?
-Pues, hasta los doce años fui ayudante de laboratorio de mi madre. Ella fue una científica arkaniana de bastante éxito, sabes... y un poco paranoica. En cuanto tuve edad para ello, me dediqué a asistirla.
-Y acabaste en Nar Shadda dirigiendo el Palacio del Dolor. No es una carrera científica estándar, eso está claro.
Ella sonrió levemente.
Historia antigua
-Poco después de mi decimosegundo cumpleaños, fui secuestrada. Veinte años más tarde llegué aquí -sonrió amargamente, como recordando un pasado poco agradable-. En ese momento, sólo buscaba un sitio donde esconderme. Pensé que me iría pronto de aquí, que volvería con mi madre.
No dijo nada más. Su expresión mostraba un dolor a duras penas contenido. Por un momento, Ide no supo qué decir.
-Esto confirma mi teoría. Nar Shaddaa no acoge a nadie con los brazos abiertos -sonrió-. No creo que haya más bárbaros que en Coruscant. Es sólo que el sistema de aquí los beneficia, en cierto sentido.
-Toda la población local, o al menos todos menos uno, de un grupo de diez mil; está dispuesta a traicionar a alguien por una mínima mejora de su calidad de vida. Y el uno restante, si lo encuentras, habrá llegado a su edad actual por pura suerte -se rio brevemente-. Eso, o se acaba de bajar de la astronave.
-Que lo hagan no quiere decir que deseen hacerlo. Puede que sea el único camino que conozcan. O eso, o que yo he tenido mucha suerte. En el centro de la mesa apareció una bandeja donde se alineaban, sin orden aparente, muchos tipos distintos de dulces, calientes y fríos. Sin embarazo alguno, Vima cogió uno caliente, le sopló y devoró la mitad de un bocado.
-Esta mañana -continuó Ide, acercando su mano a algo que parecía un pastelito de crema- conocí a un pequeño alienígena, un chadra-fan que se llamaba Tilikit.
-Mmm... muy bien -murmuró-. Maldición, me he quemado.
Ide sonrió ligeramente, como pidiendo permiso para continuar. Ella hizo un gesto con la mano, mientras bebía un sorbo de agua.
-No era nadie. Salí de un negocio, y me preguntó si necesitaba ayuda. A cambio sólo me pidió que lo llevara a mi planeta -Ide se detuvo unos instantes, como rememorando aquello.
-Intentaba engañarte -dijo ella rápidamente-. En Nar Shaddaa, si alguien se acerca a alguien, es para comerciar o engañarlo.
-No he tenido oportunidad de comprobarlo. Murió defendiendo a la esclava que pilotaba mi nave, cuando me atacaron unos mercenarios que Shawman&K'Rtahn mandaron para secuestrarnos a mí y a Arakosia.
-Oh -dijo ella. No parecía muy afectada-. Y Arakosia es... ¿alguien que yo debería conocer?
-Oh, es mi padawan. Fue... vendida, al Palacio del Dolor esta tarde -dijo amargamente.
Vima parecía encantada.
Entrando en materia
-¡Vaya! ¿Y ella también sabe tocar? -preguntó con voz jubilosa.
-No -sonrió Ide-. Acaba de empezar su entrenamiento. Apenas sabe manejar el sable de luz, y no ha tenido tiempo de aprender muchas cosas. Yo... la rescaté hace poco. La tenían presa.
-¿Presa? -su expresión se volvió meditabunda- Curioso... ¿Y qué tipo de cosas sabe hacer?
-Bueno... sabe... -Ide dudó unos segundos-. La verdad es que, por sí sola, puede apenas defenderse, y poco más. Mi tarea es de hecho convertirla en jedi -sonrió amargamente, consciente de que había usado el tiempo presente en su afirmación.
-Vaya... ¿y tardarías mucho en convertirla en jedi?
-Años. En el mejor de los casos -Ide tuvo una extraña sensación, al recordar el sable de luz que pendía de su cinto.
-Y... ¿es importante para ti hacer eso?
Ide tragó saliva y calló durante un momento.
-Cómo decirlo... es... una parte de mí es ella, y lo que ella pueda llegar a ser.
-Bueno, puedes quedarte en Nar Shaddaa el tiempo que consideres necesario para convertirla en jedi -dijo con expresión pensativa-. A cambio, te acogeré en mi Palacio sin coste alguno para ti.
Ide sonrió y permaneció pensativo, sin responder. Sabía que Arakosia era el punto de inflexión de la conversación, el momento en el que Vima dejaría de ser amable y cálida.
Ofertas
-Bueno, piénsalo -dijo mientras se encogía de hombros.
-No... bueno, siento decirte que no es posible convertirse en jedi en esas circunstancias. Es un entrenamiento igualmente espiritual y físico, y no es compatible en absoluto con la vida de un esclavo.
-Oh,vaya... -parecía levemente decepcionada- Y si ella estuviera, digamos, exenta de servicio mientras dure su entrenamiento, ¿entonces podrías?
-No se puede servir a la Orden Jedi y a otro señor a la vez, Vima. Como bien dijiste antes, es una vida sacrificada. Vima suspiró.
-En fin... una lástima.
Permaneció en silencio unos segundos. Cogió otro pequeño postre y se lo metió entero en la boca.
-Me imaginaba que te agradaría la compra de mi aprendiz. Y entiendo que no tendrás el menor interés en vendérmela -dijo Ide como si fuera algo sin importancia.
Ella hizo un ligero gesto de contrariedad.
-No es eso, es que todavía no sé lo que vale... podría perder k'shii fácilmente... perdón, podría perder reputación... a veces me olvido de que no todo el mundo habla hutt.
-Lo entiendo, es un término muy común. Sea como sea, me interesaría recuperarla, como te podrás imaginar.
-Lo comprendo, lo comprendo -hizo un gesto apaciguador con ambas manos-. Sólo digo que aún no hemos terminado de tasarla. No puedo ponerle un precio hasta entonces, ¿comprendes? Me ariesgaría mucho.
-Obviamente Arakosia no es una esclava normal. Y es capaz de hacer cosas increíbles. Pero quizás haya algo que con toda seguridad sea más útil que ella.
-Seguro -dijo ella con ligereza-. Todavía estará sin pulir. Debe de haber cientos de esclavos más útiles que ella.
-A lo mejor yo puedo hacer algo más útil que cualquier cosa que te pueda dar ella -comentó él.
Ella sonrió levemente.
-¡Pero eso no va así! -dijo animadamente- La cuestión es que un esclavo hará su trabajo indefinidamente y sin recibir nada a cambio. Y además sabes que cualquier inversión que hagas en él la puedes recuperar en un intervalo de tiempo sólo limitado por las necesidades biológicas del esclavo.
-Sí, pero a lo mejor te compensa tener a un jedi a tu servicio en tu Hak'Un Shapp al precio de un esclavo de mediana utilidad -dijo él seriamente.
Contraofertas
Ella parecía un poco sorprendida.
-Bueno, sería buena publicidad... -reflexionó- Las veces anteriores funcionó bastante bien. Y los jedi participantes casi siempre sobreviven, aunque no suelen ganar -sonrió, levemente ácida-. Sin ánimo de ofender, les falta crueldad -una mínima arruga apareció en su frente-. Pero sin tasar a tu padawan, no sé si sería un trato justo. ¿Necesitas conocer mi respuesta con premura?
-Prefiero saberla libre cuanto antes mejor, pero toma el tiempo que necesites, faltaría más.
-Habitualmente un par de horas suelen ser suficientes, si la colaboración es buena.
-Quizás... pueda ayudarte. Verás, circula por la Holored una demostración de Arakosia que probablemente te enseñarán.
-...sí? -su expresión quería decir: "y respecto a ella, quieres puntualizar que..."
-¿Quizá podríamos verla ahora?
-Claro. Control central, buscar video en HoloNet. Rastreo de nodo local, Nar Shaddaa; fecha y hora, últimos dos días, tema: Arakosia. Ordenar por número de visitas. Ver.
Sobre la mesa se hizo un cubo de luz, al principio borroso, posteriormente fue dibujándose una habitación. Sobre la cama, Arakosia estaba desnuda y drogada, e Ide estaba a su lado.
Aclaraciones
Vima parecía muy interesada.
-¡Caramba! Hubiera asegurado que era demasiado joven para relaciones sexuales extensas... -miró a su enlace informático de muñeca- y ésta es una edición de hora y media, con los mejores momentos de una grabación original, ¿de diez horas? -miró a Ide, con expresión entusiasmada- ¡Qué maravilla! ¿Y qué deseabas comentar?
Un extraño pulso de calor recorrió la espina dorsal de Ide. Se tomó un tiempo tiempo para responder, en el cual sólo se le venía a la mente una frase: "Keel, maldita rata".
-Sí... eso también. Pensaba que te ibas a encontrar primero con el vídeo de la fruta.
-Es por el número de visitas, supongo. Nada atrae más que el sexo y la violencia. Probablemente el otro video no incluye sangre.
-Esa noche Arakosia hizo cosas espectaculares. Y se deben principalmente a dos cosas. La primera es que la drogaron.
-Pero la droga sólo levanta inhibiciones. Es de suponer que, en principio, ella sería capaz de llevar a cabo... hazañas similares sin necesidad de sustancias añadidas.
-No siempre. Los estupefacientes, desde el momento en el que trasladan al individuo a un estado distinto de consciencia, pueden a veces amplificar la canalización de la Fuerza. O pueden hacer todo lo contrario.
Como comprenderás, si fuera tan fácil obtener superpoderes, todos iríamos siempre por ahí con una bolsita de pastillas. Depende de la ocasión, y el contexto, las drogas pueden ser muy beneficiosas, o muy peligrosas. Lo cual me lleva al segundo factor que, en conjunción con el trance de la droga, proporcionó a Arakosia semejante habilidad.
-Una conjunción de factores suelen ser malas noticias. ¿De qué se trata? ¿Ira descontrolada? ¿Abandono suicida?
-Yo. Ide Kanor, su maestro y mentor. Y la devoción que siente hacia él -Ide pronunciaba severamente, con orgullo, pero sin que pareciera que estaba alardeando.
-Oh, mejor. Quiero decir, ese no es un factor descontrolado. Aunque, claramente, disminuye su valor para cualquier comprador potencial... -dijo con expresión ecuánime.
-Quería aclararte todo esto, para que no pensaras que te he intentado engañar cuando lo vieras -terminó Ide, juntando las manos en actitud conciliadora.
-De acuerdo, lo tendremos en cuenta. ¿Deseas esperar aquí mientras tanto, o hay algún otro lugar... o algo que necesites hacer?
-Pues sería muy agradable poder esperar en esta sala. Es... especialmente tranquila. A no ser que me dejes bajar a dar una vuelta por el Hak'un'Shapp -en el rostro del joven emergió una sonrisa pícara-. Tengo cierta curiosidad.
Ella sonrió, con coquetería.
-Bueno... está claro que no sabes exactamente de qué se trata... la mayor parte del tiempo es, como la vida misma, algo gris y aburrido. Y de repente -su voz cobró una energía vibrante- se desata un vórtice de emociones, que arrastran a sus participantes al éxtasis...
Era como contemplar un volcán en sus ojos. Ide no recordaba cómo había llegado a estar tan cerca de ella. Percibió su energía en la Fuerza. Poderosa, entrenada... adaptada a su entorno, en sintonía con las sensaciones que emanaba la Luna del Contrabandista.
Déjà vu
Una sensación de déjà vu invadió a Ide. Se sentía en una especie de punto de inflexión, un punto desde el cual se puede desencadenar cualquier acontecimiento.
-Parece que... -intervino Ide casi con un susurro, escudriñándola en la Fuerza- encuentras cierta armonía en el Hak'un'Shapp...
El tiempo parecía fluir despacio, despacio...
La miró, durante un instante, con ojos que trascendían la materia física. Había poder y habilidad, entrenados hacía mucho, oxidados bajo la costumbre de no utilizar lo aprendido, sepultados tras mucho uso inconsciente e intuitivo.
-Intento... -dijo ella, con voz casi inaudible- Intento disfrutar de la armonía allá donde la encuentre...
-Fluyes con la Fuerza... has sido entrenada -dijo él, extendiendo la mano como para tocar los jirones de su aura sobrenatural.
Ella se estremeció en su sitio, sin decir nada. Su vello se erizó antes de que Ide lo tocara. Él dudó un segundo, y luego, lentamente, acercó su mano a la de ella. Estaba de pie, al lado de la silla en la que ella permanecía. Sin tocarla, ascendió por su brazo, como un curandero buscando energía vital, dejando que la única conexión entre ellos fuera, por poco, la Fuerza.
Ella no reaccionaba con una técnica definida. Se limitaba a dejar que su cuerpo fuera atravesado por la Fuerza, sin hacer nada que no pudiera hacer de forma natural. Aceptó el toque de forma pasiva, dejándose hacer.
-Pero fue hace tiempo... -añadió él, con los ojos cerrados, centrándose sólo en lo que percibía por su canal sensitivo sobrenatural. Cuando llegó al hombro, posó su mano. A través de la Fuerza le llegó, abrumadora, una sensación orgásmica. Pero ella no se movió.
Sólo un suspiro hubiera permitido saber, a un observador casual, por qué sus párpados vibraban y su nuca transpiraba.
Ide se giró, levantó la otra mano, y la posó sobre el otro hombro. Movió los dedos lentamente, como masajeando, limpiando el incipiente sudor que había aparecido en el cuello de ella, pero de una forma sutil y precavida. Seguía con los ojos cerrados, oyendo las reverberaciones de Vima, emitiendo su propia señal en la Fuerza para oirla reflejada en ella.
Reacciones
Vima reaccionaba sin pensar. Tomó aire, y lo exhaló lentamente; cerró los ojos despacio. Estaba bajando sus defensas, Ide pudo sentir algunos de sus pensamientos al azar.
"Que no se detenga, por favor, que no se detenga, lo necesito, lo necesito tanto, nadie era apropiado, todos querían mi k shii, nadie podía hacerlo como un igual, si hago algo puede arrepentirse, ojalá dejara de preguntar por la Época Oscura, quiero, quiero, oh, qué bueno. En el video no salía drogándose, pero ella tampoco, ¿podrá? ¿Podrá? Oh, por favor, que no sea de los que sólo lo hacen por amor, que no haya una regla jedi absurda, que no pase nada, que lo haga, pronto, que lo haga porque lo necesito tanto..."
Él se detuvo unos segundos. Después, bajó una de sus manos un poco, colocándola al principio de sus pechos, y llevó la otra detrás, a la nuca, incrustando los dedos en su pelo. Al tiempo, se giró grácilmente y se puso en frente de ella, y, con la experiencia adquirida en los años de Galmia, en un segundo que se hizo eterno, se acercó y la besó.
Ella volvió a estremecerse, una vez más.
"Lo ha hecho otra vez. Y todavía estamos empezando. O eso espero. Que no acabe, por favor, que no acabe..."
Pero él no se detuvo. Siguió, como en otros tiempos había hecho con su Reina, con la excitación sobrenatural que sólo sentía al unirse con otros usuarios de la Fuerza, como con Anakin, como con Arakosia el día anterior. Ide perdió la noción del tiempo. Se olvidó del Hak'un'Shapp, se nubló la visión de su objetivo, de Arakosia, de Morg, de Kurel, y durante un periodo no determinado de tiempo, sólo se permitió sentir la Fuerza, y Vima Da'Motta, la cruel emperatriz del Palacio del Dolor, ahora transformada y expuesta por la letanía de placeres que se sucedieron en la habitación.
El atardecer sobre Nar Shaddaa se convirtió en noche, la noche casi en amanecer. Ninguno de los dos parecía acusar el peso del cansancio. En un momento determinado, Vima cedió voluntariamente; cuando se retiró, Ide vio sangre en la cara interna de sus muslos. Se dejó caer, agotada y feliz.
Decisión
Suspiró.
En ese momento, Ide sintió algo extraño: sobre los cristales se notaba una extraña vibración, apenas musical...
"Arakosia", pensó instantáneamente.
"¿Maestro? Estoy despierta, y no reconozco el lugar."
"No te preocupes, estás a salvo, en el Palacio del Dolor. No te pasará nada. Confía en mí."
"¿Debo escapar? Puedo escapar."
"No será necesario. Puede que si intentaras escapar fuera peor. Iré a verte en cuanto pueda, te recogeré pronto."
"Quieren operarme. Para instalarme algo, porque... dicen que ya han esperado demasiado. Lo van a hacer en menos de dos minutos."
Ide pensó durante unos segundos. Fue a buscar su ropa. "Dame un minuto. Si lo intentan, escapa."
-Cuándo te volveré a ver -preguntó a Vima, despreocupadamente.
Ella esbozó una especie de media sonrisa que transmitía una sabiduría sin edad. Su manera de moverse evidenciaba que se sentía igual de cómoda desnuda que vestida.
-¿Quién sabe? -dijo con voz traviesa- Espero que pronto.
-Me preguntaba... si harías algo por mí -apuntó él tímidamente-.
Ella rió, de buen humor.
-Pregunta, hombre. Haré lo que pueda -una pequeña arruga se formó en su frente- si puedo.
-Es mi antigua alumna. Me preguntaba si podías retrasar su implante. Mientras la tasas y llegamos a un acuerdo.
Ella pareció un poco entristecida.
-Oh, lo siento. Mi personal implanta a todo el personal en menos de quince minutos tras su compra. Norma de la casa, sabes -su expresión se dulcificó-. ¡Pero no te preocupes! Los implantes se pueden retirar fácilmente, y no dejan ninguna clase de huella o secuela.
Ide observó que ella no parecía tener ningún interés en vestirse. La única prenda que recogió fue el cinturón del que pendía el sable de luz, y se lo ajustó a la cintura. Pasó la mano por delante de un sensor frente a uno de los vértices, y el hueco correspondiente al ascensor se iluminó.
-¿Bajas primero? ¿O prefieres esperar aquí?
-¿Esperar? -Ide levantó lo que hubiera sido una ceja.
-A que termine la tasación.
"Maestro, vienen ahora"
-Vima... -dijo, mirándola fijamente-. Llama a tu equipo de implantación. Acabo de percibir algo.