La Aprendiz III
Cercanías de Nar Shaddaa, 14 de Abril, 9:00 de la mañana
Llegaron a la luna tres días y medio más tarde. Cuando Ide se despertó, Lionel le informó de que quedaba poco para salir del hiperespacio y comenzar las maniobras de aproximación al planeta.
Ide había programado un entrenamiento intensivo con Arakosia durante el viaje. Seguían, por supuesto, con el control emocional, pero empezaron con el control de la Fuerza Física. La telequinesis parecía ser algo desconocido para Arakosia, lo cual a Ide le pareció extraño, dado que suele ser una capacidad que se desarrolla rápido en los cultos del Lado Oscuro.
En los ratos libres, repasó los documentos que había preparado para él Jocasta Nu. Era obvio a primera vista que Jocasta había creado una recopilación que Ide no hubiera conseguido ni con la mejor de las suertes.
Buscó lugares relevantes, puertos espaciales, autoridades (por llamar de alguna forma a las figuras más significativas de la luna), y locales sociales más importantes. Trató de buscar alguna conexión en la luna con Gorgo, su contacto hutt, y se encontró con que había lugares a su nombre. Poco sorprendente, teniendo en cuenta que Nar Shaddaa era la luna de Nal Hutta, capital del Espacio Hutt. Probablemente había heredado esos lugares nada más nacer... o lo que hicieran los hutt.
Tuvo una extraña sensación al darse cuenta de que habían salido fuera del espacio de la República.
La información disponible era tan vasta que Ide se sintió un poco perdido. La lista de lugares relevantes era tremendamente grande, aunque llevaba asociada una advertencia que aclaraba que, dada la naturaleza ferozmente competitiva del ecosistema criminal, los lugares relevantes y sus descripciones deberían considerarse como meramente orientativos, excepto en lo tocante a los hutt. Los hutt, en cambio, tendían a permanecer constantes.
Las plataformas de aterrizaje eran un negocio común en Nar Shaddaa. Cualquiera con un local en los niveles más exteriores de la ciudad ponía una superficie plana orientada al espacio y le cobraba a quien quiera que apareciera por allí lo que viera conveniente. Los precios variaban enormemente, los robos de diversa magnitud eran comunes, y los intentos de comisión de muchos otros delitos eran prácticamente inevitables.
Era probablemente debido a lo extendido de esta práctica que Nar Shaddaa no disponía de ningún espaciopuerto.
Las autoridades locales, por supuesto, eran los hutt. Técnicamente, el mismo Gran Concilio Hutt que mandaba sobre el Espacio Hutt también gobernaba sobre Nar Shaddaa. En la práctica, cualquier hutt gobernaba sobre todo lo que veía, salvo que fuera propiedad de algún otro hutt. En ese caso, nadie tenía muy claro lo que pasaba, salvo que había un montón de etiqueta hutt de por medio y que los resultados rara vez eran agradables.
Lo social era una especie de locura incandescente, al mezclar los factores comerciales con los criminales, y añadir a los longevos, crueles y manipuladores hutt a la mezcla. Se podía considerar, no obstante, que cualquier hutt o lugarteniente de un hutt (los llamados vigo) era por derecho propio una figura social de relevancia.
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Problemas al llegar
Ide tenía unas coordinadas aproximadas como única fuente de información que le había proporcionado Tu'Ala. Por algo había que empezar, teniendo en cuenta que en el astro vivían alrededor de ochenta mil millones de seres.
-Lionel, esta es la información de la que dispongo. No tengo muy claro si existe siquiera un sitio seguro para aterrizar. Aunque se me ocurre que...
Gorgo. Tenía propiedades en la luna. Puestos a dejar la nave en cualquier sitio, quizá el mal menor sería dejarla en algún sitio en el que conocieran al dueño. Buscó rápidamente algún sitio adecuado donde aterrizar, propiedad del hutt, que estuviera por la zona.
-Nos acercaremos a esta plataforma. Vamos de incógnito, así que oficialmente venimos a recoger una mercancía que vamos a negociar aquí -Ide pensó por un momento, y luego reaccionó-. De todas formas intuyo que los controles de seguridad en este sitio van a brillar por su ausencia. Si hay que dar algún nombre para registrar la nave, da el mío.
Ide notó un tironcito de la manga izquierda.
-Maestro... ¿no sería una buena idea vestirse un poco más como... hum... personajes locales? La túnica marrón es bastante discreta, pero por debajo de eso vamos vestidos con ropa jedi.
-Buena idea, padawan. Acércate a los compartimentos y busca algo que te esté bien, y si puedes, algo para mí. De todas formas... creo que tu espada ya es un buen disfraz, en sí.
Ide llevaba su túnica púrpura, su pañuelo ámbar y sus guantes y pañuelo blanco, por lo que podía pasar por un comerciante venido a bien. Pero quizá fuera buena idea deshacerse del hábito jedi de abajo, como decía la niña.
Se cambiaron, y se prepararon para el descenso al planeta. A partir de ahora, habría que confiar en la Fuerza. Porque, dada la situación, Ide no creía que tuvieran muchos más amigos.
Arakosia volvió vestida con una especie de mono de mecánico azul marino. De su cintura colgaban varias herramientas, y en su espalda seguía la vaina de la espada. Cerca de su muslo había enfundado un pequeño blaster.
-Creo que estoy lista. ¿Cuál es el plan, maestro?
Antes de que pudiera contestar, una voz comenzó a hablar en hutt desde la radio. Lionel le contestó en tono seco. Cuando la radio enmudeció de nuevo, se volvió hacia Ide.
-Dicen que es propiedad hutt, acceso sólo por invitación, que no estamos invitados y que nos perdamos o nos borran del cielo -torció la boca en una especie de mueca sarcástica- ¿No puedes convencer al tío de la radio, verdad?
Ide se acercó al micro, con una mueca pensativa.
-Saludos -dijo Ide, en básico-. Me llamo Ide Kanor.
Esperó unos segundos, para comprobar que le entendían. La voz gritó algo en básico, que sonó tan mal que Ide se alegró de no entenderlo. Se volvió hacia Lionel.
-Si fueras tan amable de traducirme...
-Ah... Dice que esto es propiedad privada, acceso solo con... -frunció el ceño mientras buscaba la palabra mas apropiada- invitación -movió los ojos rapidamente-. Ahora dice: Esta es tu ultima oportunidad.
-Diles que soy Ide Kanor, y que he venido a hacer negocios en Nar Shaddaa -Ide esperó mientras Lyonel repetía en hutt-. No tengo ningún contacto aquí, y necesito un sitio seguro donde dejar mi nave -esperó de nuevo-. Dile que conozco a Gorgo, que he hecho tratos productivos con él, y que esperaba poder alquilar un espacio para mi nave el tiempo que esté aquí en una de sus propiedades.
Lionel varió el rumbo bruscamente. La nave se movió en algo alarmantemente parecido a una caída libre durante un par de segundos y luego sufrió una sacudida bastante seria.
La voz de la radio había pasado a ser amenazadora. Lionel no la tradujo, reservaba toda su concentracion para los controles de pilotaje. La nave sufrió otra sacudida.
-Señor, estamos a punto de perder los escudos -dijo, en voz muy controlada. Si no fuera por el sudor que perlaba su frente, hasta hubiera parecido tranquilo.
-Huye, esto ha dejado de ser una negociación -respondió.
-Síseñor.
El paisaje comenzó a girar alrededor de la nave. Los compensadores de inercia absorbieron la mayor parte de la fuerza centrífuga, pero aun así tanto Ide como Arakosia tuvieron que sujetarse para evitar chocar con las paredes y techo.
La nave se sacudió violentamente, y se sintió un crujido que procedía de alguna parte del casco de la nave.
-No pasa nada, daños superficiales -dijo Lionel como si no acabara de creérselo. En los controles parpadeaban insistentemente varias luces rojas.- ¿A dónde ahora, señor?
Ide no se lo acababa de creer. Lionel estaba sonriendo. Arakosia lo miraba con expresión alucinada.
Cosas de Kshii
Cuando Ide planificó el viaje, esperaba encontrar pocas facilidades en el planeta. Pero lo que nunca hubiera esperado era tener dificultades para aterrizar.
-Sube un poco, observemos un momento el tráfico. Es posible que haya alguna plataforma algo más grande y transitada. Dudo seriamente que a nadie se le haya ocurrido que a este planeta viene mucha gente sin invitación -imprimió algo parecido a la ira en la última palabra, pero fue prácticamente imperceptible. Al menos para aquellos que no hubieran oido muchas veces el tono de voz de Ide.
-De hecho, señor, el término que empleó el hombre al aparato se podría traducir también por "privilegio", o por "estatus". Es un poco como "que sepamos quien eres". El término es "kshii". Hay un refrán hutt que dice: "Kur hutt haraz, kur hutt kshii", es así como "En la casa del hutt, el hutt tiene la posición." O el renombre, o el privilegio... Bueno, también tiene que ver con un juego de estrategia hutt... -Lionel agitó levemente la cabeza, al ser consciente de que se estaba yendo por las ramas.- Las plataformas grandes son propiedad de grandes señores del crimen, mientras que las pequeñas son propiedad de maleantes de baja estofa o incluso de lo que en Nar Shaddaa pasa por gente honrada. Son más seguras las grandes, protegidas de acontecimientos aleatorios, quiero decir, pero seguro que habrá que negociar con el dueño... -sonrió de nuevo, de una forma que le recordó a Ide a un artista que conoció en su niñez en Naboo- ¿te apetece negociar ahora?
-Siempre me apetece negociar, Lionel -Ide le devolvió la sonrisa. Notó que sus hombros se relajaban ligeramente, y se dio cuenta entonces de que había estado tenso desde que empezaron a dispararles.
-Ése tiene buena pinta -murmuró al cabo de un rato.
Ide no pudo decir a qué se debía la supuesta buena pinta. Parecía un edificio cualquiera, mugriento como todos los demás, erizado de extraños aparatos de aspecto sospechoso. La radio cobró vida nuevamente, con voces alienígenas que hablaban en hutt. Lionel respondió en tono profesional, y poco después aterrizó.
-Estamos en la casa de Keel Wolkan. Estoy seguro de que tienen el dedo en el botón que nos vaporizaría -sonrió, con mirada ausente-. Bueno, por lo menos a mí.
-Entonces, habrá que negociar antes de que lo intente -torció ligeramente la sonrisa, al acordarse de que estaban en Nar Shaddaa -. Parece que estás más familiarizado con el protocolo hutt que yo... ¿salgo a hablar con él o espero a que envíe a alguien?
-Hum... depende de lo inofensivos que queramos parecer -Lionel arrugó la frente durante un instante, como si se lamentara de no tener tiempo para una exposición prolongada-. Salir se consideraría una pequeña demostración de fuerza. Nos daría kshii, pero probablemente lo impulsaría a probarnos, para asegurarse de que no queremos tomarlo mediante engaño -Resopló durante un momento-. Necesitaremos kshii para tratar con cualquiera en este planeta, pero hay más de una manera de obtenerlo. Y ahora mismo no tenemos ninguno. Supongo que por eso nos han disparado antes -miró a Ide, con expresión confusa-. No sé qué decir, señor.
Ide reflexionó durante un instante. Durante su niñez en libros, y durante largas conversaciones con Anakin durante su exilio en Shadar IV, había aprendido bastantes cosas sobre la cultura hutt. No había pensado que incluso el propio idioma le podía instruir. La cultura hutt, rememoró Ide, está basada en acumular poder (kshii, comprendió Ide) y ejercerlo sin escrúpulos. Las relaciones siempre tienen un componente de verticalidad que es consustancial a la propia cultura hutt.
De forma, prosiguió Ide, que como somos recién llegados estamos en el fondo del escalafón social. Si una figura prominente nos reconoce como alguien con derecho a existir, subiremos bastante en la cadena alimenticia... pero esa figura prominente puede estar más deseosa de devorarnos que de concedernos prestigio.
Así que es como en los documentales sobre la naturaleza, concluyó Ide, no podemos parecer amenazantes ni tampoco presa fácil. Cualquiera de esas dos cosas nos llevaría a ser... hum... depredados.
Lionel tocó uno de los botones de la nave. Una pequeña pantalla se iluminó cerca de su codo. En el otro extremo del hangar una puerta se estaba abriendo. Lionel se volvió con una ceja levantada, en expresión harto elocuente. Cualquiera que fuera a ser la decisión de Ide, tenía que ser tomada ahora.
Vosotros no sabéis quién soy yo
'Determinación', pensó Ide. Era lo que debía mostrar. No eran enemigos de este hombre, pero tampoco había ninguna razón para hacerle pensar que eran presa fácil.
-Vamos, padawan -dijo, abandonando su pose meditativa. Miró a Lionel-. Si fueras tan amable de quedarte en la nave... por si acaso. Se acercaron a la plataforma de salida, y Lionel la bajó de inmediato. Ide inspeccionó rápidamente el hangar, mientras bajaban por la rampa.
Apenas llegaba a hangar. No era más una plataforma de aterrizaje rodeada de pareces de paredes de tierra apisonada de cuatro metros de alto, cubiertas de grafitti. Lionel había aterrizado cerca de la única pared sin puertas. Apilados de forma dipersa por toda la plataforma de aterrizaje había contenedores, casi todos metálicos y algunos de un material que Ide no reconoció, probablemente orgánico.
Había decidido encontrarse con su anfitrión en potencia a medio camino entre la nave y la puerta del hangar. Como en Galmia, cuando participaba en una negociación entre dos territorios en guerra. En el centro, para mostrarle a Keel Wolkan que no eran invitados débiles, y que tampoco tenían intención de ser una amenaza.
Mientras caminaba con paso firme, pudo estudiar al grupo. Eran nueve weequay aparentemente iguales, que se desplegaron para acercarse en semicírculo a Ide, con las armas bajas pero dispuestas. Ide no cayó en el error de considerarlos iguales. La forma de moverse, de reaccionar unos respecto de los otros, mostró a Ide que el líder era el segundo por la derecha. Ide reajustó su paso para caminar directamente hacia él, y se detuvieron. Arakosia se mantuvo dos pasos por detrás de Ide, y exudaba una confianza casi sobrenatural.
Se encontraron cerca de la puerta por la que los weequay habían entrado, y el líder fue el primero en hablar.
-¿Quienes?
Ide sonrió. Los weequay eran famosos por su parquedad en palabras. Y por ser mercenarios. Seguramente éste no era Keel Wolkan.
-Somos amigos. Venimos a Nar Shaddaa a comerciar. Necesitamos un hangar.
Ide tuvo la impresión de que se extrañaban al oir la palabra "amigo". También sintió que la pregunta de ellos era protocolaria, apenas un intercambio de palabras antes de que ellos dijeran lo que les habían mandado decir.
-Seguidme -dijo el weequay, tal y como Ide sabría que haría.
La puerta se volvió a abrir, mostrando lo que parecía bastante claramente un domicilio privado. las paredes estaban decoradas con un buen gusto no exento de cierta decadencia, cada pocos metros había algún objeto curioso colocado en una plataforma, con una etiqueta bajo él. Ide creyó distinguir un sable de luz, y sintió la sorpresa reprimida de Arakosia. Durante el trayecto los weequay lucharon entre las órdenes de rodear a los recién llegados y la sensación de que amenazar a los recién llegados era una mala idea. Así que acabaron formando dos grupos, uno de tres en cabeza y otro de seis en la retaguardia. Ide comprobó con satisfacción que así divididos podían ser neutralizados en pocos segundos.
Bajaron unas escaleras, y entraron en una sala con mucho humo y música ambiental. Había chicas semidesnudas bailando sobre una especie de pedestales, varias mesas con todo tipo de alienígenas tomando varias sustancias estupefacientes y una especie de diván, donde un twi'lek azul comía fruta que una humanoide le ponía en la boca. Tras él había seis weequay más, en posición de firmes. Los demás weequay se quedaron formando un sólo grupo, a buena distancia de Ide y Arakosia.
El twi'lek se incorporó ligeramente.
-Saludos. Soy Keel Wolkan. Sentaos -hizo un gesto descuidado, señalando una especie de sofás gelatinosos.
Ide se preguntó al instante por la naturaleza de los sofás, y concentró su percepción de la Fuerza instantáneamente sobre ellos. No tenía ninguna intención de caer a la primera en una trampa.
Al concentrarse, sintió que la propia naturaleza de Nar Shaddaa se manifestaba sutilmente. Toda la luna estaba llena de vileza y desesperanza. No se dejó distraer. El sofá. Era un ser vivo, semiinconsciente y sufriente. Reaccionó al contacto de la mente de Ide con una sensación de extrañeza, y le transmitió parte de su dolor. Era... prisionero.
Ide se inclinó ligeramente hacia adelante y adelantó la rodilla, como dando a entender que aceptaba la oferta, pero miró hacia Keel y habló antes de seguir con su movimiento.
-Saludos, Keel Wolkan. Antes de aceptar tu invitación, quisiera agradecerte tu hospitalidad. Para mostrarte mi gratitud, quisiera ser sincero contigo. Soy el Caballero Jedi Ide Kanor, y ésta es mi aprendiz Arakosia -encadenó rápidamente la siguiente frase, por si Keel se ponía nervioso-. Hemos venido a Nar Shaddaa por un asunto personal, no en nombre de la República. Venimos de incógnito, pero, al ser tú nuestro anfitrión en esta luna, queremos ser francos contigo. Si esto te incomoda, mi padawan y yo nos marcharemos y no te importunaremos.
A medida que escuchaba a Ide, la cara de Keel fue pasando de la complacencia a la sorpresa, y de ahí a una mezcla de emociones difícil de concretar, en la que participaban el miedo, la avaricia, y la sensación de que sería una mala idea hacer cosas malas con un jedi. Luego sonrió, lo que le confirió cierto aspecto depredador.
-Y, poderoso jedi... ¿habéis pensado en alguna forma de pago por mis servicios?
Comenzando a negociar
-Mi piloto creyó conveniente solicitar tu hospitalidad y confío en su criterio, por lo que atenderé a lo que tú creas razonable -hizo una pequeña pausa-. Dispongo de créditos de la República, si eso te complace.
Keel hizo un gesto, como si hubiera mordido algo podrido.
-No. Nada de créditos de la República.
-Lo suponía. Entonces espero que pueda pagarte de alguna otra forma que sea beneficiosa para ambos.
Mostrando un vago interés, señaló a Arakosia.
-¿Cuántos años tiene?
Sin mover ni un músculo, Ide respondió contundentemente.
-Nada que tenga que ver ni con mi aprendiz ni con mi piloto.
Keel frunció el ceño.
-Y supongo que necesitarás la nave para volver. Nada de propiedades, entonces -pensó durante un instante-. ¿Servicios?
-Podríamos llegar a un acuerdo -dijo Ide, cerrando los ojos ligeramente y asintiendo -. Pero recuerda que no soy un asesino. Aunque... tengo fama de buen investigador. Y de negociador. ¿Sirve esto al poderoso Keel Wolkan?
-Negocio con mi propio... -se detuvo un instante, para buscar una equivalencia a k'shii, -...con mi propia reputación, no con la de nadie más. Y no hay ningún asunto que necesite investigar en estos momentos.
Quedó pensativo. Chasqueó los dedos, y una chica semidesnuda se aproximó a Ide y lo rozó en el antebrazo, haciendo un ademán para que se sentara en un diván. Junto al diván, otra chica preparaba una selección de fruta, lavándola con agua.
-Es rudo negociar de pie -dijo Keel- . Y esto puede llevarnos algún tiempo.
-Lo siento -añadió Ide inmediatamente-. Sólo quería asegurarme de que nuestra presencia te era grata, antes de empezar la negociación -se acercó al diván y se sentó, indicándole con la mirada a Arakosia que hiciera lo propio -. ¿Qué es esa criatura que usas como asiento? -preguntó en tono despreocupado, mirando al puff gelatinoso que le ofrecieron al principio.
Keel sonrió, con malicia.
-Una especie de alienígena multiforme, que intentó engañarme. Ahora reducido a mobiliario -rió, con maldad- . Muy cómodo.
-Parece que he hecho bien siendo sincero contigo, pues -dijo, sonriendo, aunque de una forma notablemente más afable que la de Keel-. He observado, al venir desde el hangar, que tienes cierto gusto por los objetos de colección.
En este instante, Ide recurrió a la Fuerza para iniciar su negociación. A veces se le mostraba un camino fácil por el que seguir, o si había algo que la otra parte no pensaba aceptar bajo ningún concepto. Ide no era un asesino ni un mercenario, y sólo le quedaba la baza de la avaricia de su anfitrión.
A cada lado de Ide y Arakosia, una chica les ofreció una fruta pequeña, de aspecto delicioso. Ide pudo sentir la pregunta tras la cara absolutamente seria de Arakosia.
Ide se llevó la fruta a la boca, y en un milisegundo, antes de morderla, invocó en la Fuerza su imagen inmediata. En ese momento supo que iba a estar deliciosa. En este entorno no era nada seguro envenenar comida, dado que había muchas sustancias que podían hacer olvidar dónde estaba el veneno.
Masticó y sonrió para que Arakosia lo viera. En una fracción de segundo, ella también mordió su fruta. Ide se alegró de ser prevenido. Ahorraba muchos problemas, pensó, recordando algunos episodios fugaces de su vida reciente.
-Me gustan los objetos únicos -dijo Keel Wolkan-. Pero no es lo único que me gusta -en un movimiento lento y deliberado, acarició el antebrazo de la chica junto a él, quien se estremeció. Ide sintió la respuesta emocional de Arakosia, de repulsión y vergüenza.
Ide obvió hacer ningún comentario, su posición había quedado clara antes y no creyó necesario repetirla. Hizo notoria su repulsión ante la idea a su padawan. En parte por su pasado, en parte porque Ide tenía otra idea bien distinta de la utilidad de las relaciones sexuales.
Keel siguió acariciando el antebrazo de la chica. Algo en su mirada le dijo a Ide que se estaba distrayendo de la conversación.
-Veo -dijo con la voz ligeramente ronca- que va a ser una negociación larga. Disfrutad de mi hospitalidad, mañana en la mañana seguiremos negociando -sujetó a la chica de la cintura- Podéis retiraros, mi mayordomo os conducirá a vuestras habitaciones. Un cathar casi desnudo les saludó con la cabeza. Su voz era ronca, casi como un gruñido.
-Síganme, por favor.
Mientras se levantaba, Ide pensó que eso les obligaba para con Keel. Aunque por otra parte, era un voto de confianza por su parte. De todas formas, si este era el camino que se le ofrecía, parecía sensato seguirlo. 'Al menos ya tenemos un sitio en Nar Shadda', pensó. Lo demás ya se lo proporcionaría la Fuerza. Porque, si algo había aprendido del Maestro Qui-Gon, era a confiar en ella hasta en los momentos más difíciles.
Preparaciones y Meditaciones
Durante el camino, Ide observó con atención la masa de músculos del mayordomo, y la fuerza explosiva que permanecía agazapada en todo momento. Y algo más... el mayordomo estaba deseando decirle algo, pero se sabía vigilado... y obligado a la servidumbre bajo terribles amenazas.
Llegaron a las habitaciones, e Ide comentó que Lionel también necesitaría alojamiento. El mayordomo asintió con la cabeza.
-Dispondremos unas habitaciones apropiadas para su sirviente. ¿Se alojará con la señorita?
-No. Si fuera tan amable de preparar tres habitaciones individuales contiguas, se lo agradecería.
-Me temo que las habitaciones adecuadas para sus respectivos kshii no están conjuntas... contiguas.
-Entonces, mi padawan y yo descansaremos en la misma habitación. Mi piloto está aún en la nave, aguardando mis instrucciones. Avíselo, si es tan amable.
Ide reforzó la palabra con un uso de la Fuerza Viva, que encontró eco en la mente del mayordomo. Le transmitió que podía contarle lo que quisiera, pues dentro de la nave no estaba vigiliado. Los ojos del cathar se ensancharon ligeramente. Miró a Ide, como para asegurarse de que lo que había creído percibir era cierto.
-Por supuesto, señor. En ese caso, esta es su habitación. Iré a avisar a su sirviente.
-Gracias.
La puerta se cerró detrás de él. La habitación estaba llena de artículos de lujo, muchos de ellos desconocidos para Ide, pero sobre todos ellos destacaba la cama. Probablemente podría comprar una nave pequeña con lo que costaba aquella cama. Junto a la puerta, Arakosia permanecía de pie muy quieta, y algo en su lenguaje corporal parecía fuera de lugar... o fuera de lo normal.
-Dormirás en la cama, yo descansaré en trance de meditación. Este sitio es seguro, pero preferiría tenerte... a distancia de combate
Ide sonrió. Quería que la chica se sintiera segura.
De ella le llegó un extraño acorde, que no pudo identificar en aquel momento. Sin duda, durante el trance de meditación podría examinarlo satisfactoriamente.
-Sí, maestro -titubeó-. Pero... no tengo sueño.
-Pues... siéntate en la cama y practica tu meditación. Eso evitará que mañana estés excesivamente cansada. Además... tienes que practicar -sonrió, y buscó un cojín donde sentarse.
Llamó a Lionel, para asegurarse de que estaba bien, y para preguntarle si había hablado con el cathar. Comprobó que las comunicaciones estaban interferidas, y estaba planteándose otras formas de comunicar con Lionel cuando cayó en la cuenta de que, si comunicaba con Lionel desde dentro de la casa, seguramente tendría unos efectos parecidos a si el cathar hubiera hablado con él desde el interior de la habitación.
Pero la Fuerza no estaba interferida. Ide intentó llegar con sus pensamientos a Lionel. Tuvo la convicción de que, por lo que a el se refería, todo iba bien. Eso lo tranquilizó. A menos podrían pasar la noche sin altercados.
Miró a su padawan, que se sentó en la cama, centrada en el ritmo de su propio cuerpo. Ide sentía su inseguridad, pero poco a poco sus sentimientos fueron aquietandose. La sentía en la Fuerza, como un diapasón.
Nuevamente sintió la forma en la que se armonizaba con el entorno. Parecía haberse hecho uno con la habitación. Aunque era vagamente perturbador verla fundida así con una habitación tan... dedicada al placer sensual.
Ide se sentó en el suelo lentamente, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Quedó mirando a la puerta, de espaldas a Arakosia. Liberó su mente de todo pensamiento, y se dejó llevar por la Fuerza. No era sino la más leve reminiscencia de sí mismo lo que guiaba sus pensamientos hacia...
Estaba de pie, acababa de recorrer la habitación con un vistazo. Arak osia estaba de pie junto a la puerta... ¿Qué transmitía? El tiempo se detuvo, comparó su lenguaje corporal con todo lo que conocía de ella. Tardó un poco en darse cuenta.
En aquel momento, Arakosia se preguntaba si iban a dormir juntos en la misma cama. Una parte de ella lo estaba temiendo, una parte de ella lo estaba deseando, una parte de ella no se lo acababa de creer.
El tiempo avanzó despacio. Ide sintió su cuerpo formar lentamente las palabras "Dormirás en la cama, yo descansaré en trance de meditación", y observó cómo su reacción era de alivio, frustración y "ya lo sabía" a partes iguales. Aquella había sido la extraña sensación que Ide había percibido.
Ide sintió una leve satisfacción. Normalmente no obtenía respuestas tan eficientes mediante el trance de meditación. Aunque esta tarea había sido relativamente sencilla. Había ocurrido en el pasado muy reciente, en este mismo lugar, y todos los involucrados eran sensibles a la Fuerza. Volvió a concentrarse, eliminando la emoción consciente y sintonizándose con la Fuerza Unificadora, de forma que...
El cathar lo guiaba por los pasillos. Hervía de ganas de girarse para hablar con el jedi. Pero, si lo hacía, "eso" sucedería. "Eso" malo, "eso" intolerable, lo que lo había forzado a esta vida de esclavitud indigna. Él mismo no importaba, pero no podía permitir que les hicieran daño a Ellos. A su familia. Un jedi. Nunca había visto uno. Un jedi seguramente podría... podría sacarlos de allí. Pero tenía que tener mucho cuidado. Un paso en falso, y matarían a alguno de ellos, o lo harían adicto a la especia, o lo llevarían a alguno de los pozos de carne, o algo aún peor. Ojalá pudiera decirle al jedi... salva a mi familia. No me importa lo que me pase. Pero salva a mi familia.
Ide suspiró. Se había temido algún tipo de trampa preparada por Wolkan que les hubiera puesto en peligro a ellos, y a un mayordomo noble o resentido que no quería verlos muertos. Sin embargo parecía que era al contrario: era el cathar el que necesitaba ayuda. Ide no tenía claro cómo podría ayudarle. Había tanta gente a la que ayudar en este sitio, que...
Se le partía el corazón.
Se sentía un poco cansado, pero sintió que podía hacer un último esfuerzo. Tardó en librarse de todas sus emociones lo suficiente para...
La cápsula se deshizo a dos mil metros sobre el suelo. Miles de pequeñas piezas se volvieron incandescentes y desaparecieron. Sólo quedaron un droide humanoide con ocho extremidades y un niño que gritaba aterrorizado. El droide maniobró en el aire para acercarse al niño, y en un único movimiento fluido lo envolvió por completo, amordazando sus ruidos, y poco después una fuente de energía se activó. A cincuenta metros sobre el suelo, el droide comenzó a volar hacia adelante. Ide detuvo el momento, para poder memorizar el paisaje. Si volvía a verlo, lo recordaría. La imagen se hizo confusa... había algo relacionado con violencia, el droide hacía sufrir a alguien. Lo mataba. El niño no estaba en peligro... físicamente. Había algún otro tipo de peligro en el futuro lejano, que dependía del presente. La visión se terminó de esfumar. Arakosia dormía sobre la cama, como un compendio de lo que podía ser a la vez frágil y letal. Se agitó ligeramente, como repitiendo con sus hombros movimientos de combate. Una arruga apareció en su frente. La arruga desapareció un segundo después. Sonreía levemente.
Ide se levantó, sus piernas crujieron. Se estiró, la espalda también crujió.
"Me pregunto por qué estoy tan crujiente. Será que todavía estoy en edad de crecer." Sonrió. No acababa de creérselo.
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