El Blues de Nar Shaddaa I

De Subtrama
Revisión a fecha de 18:30 24 nov 2013; El Universo (Discusión | contribuciones)
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15 de Abril, 6:30 de la mañana.

El campo atenuador disminuyó. La luz del sol local entró por la ventana, despertando gradualmente a Ide de su trance de meditación. Se sentía fresco y descansado.

Miró por la ventana. Gritos, discusiones. Alguien gemía como un animal herido, casi en el límite de lo audible. Varios vendedores callejeros pregonaban su mercancía. Y eso que estaban en la parte alta de Nar Shaddaa. Y que era primera hora.

Se acercó a la cama, y observó a Arakosia dormir. Ide había hecho grandes esfuerzos por obviar las emociones que la chiquilla sentía hacia él, pero tenía que reconocer que era.... ciertamente hermosa.

Su mente se paró unos segundos, como digiriendo lo que acababa de pensar.

Debía ser esa dedicación y empeño que ella ponía en agradarle, montada a caballo entre su complejo por el retraso que tenía respecto de otros padawan de su edad y la atracción que sentía por él. O sus ojos, grandes y llenos de vida.

En marcha

Apartó la mente de la niña. No estaban de vacaciones, venían buscando al hijo de Zhur Garin. Rozó el tobillo de su padawan suavemente. Sintió la primera reacción de su padawan: un barrido relámpago de su entorno, hecho a un tiempo con sus sentidos y la Fuerza, súbitamente alerta. Al reconocerlo, se relajó, pero siguió totalmente alerta. Pero no se movió. Sonrió levemente.

-Padawan, despierta. Tenemos que salir a buscar al niño.

-Sí, maestro -dijo, sin moverse. Transmitía felicidad, como siempre que decía esas palabras.

Llamó a Lionel para que se reuniera con ellos. En lo que Lionel llegaba, Ide llamó al cathar, para preguntarle si Keel los iba a requerir esa mañana, o si al contrario reanudarían la negociación por la noche. Aunque Ide sabía que Keel no tenía prisa: cuanto más tiempo disfrutaran de su hospitalidad, más grande sería la deuda de los jedi con él, por lo que el tiempo jugaba a su favor.

-El amo aún descansa. El amo los recibirá a segunda hora, tras su desayuno -pareció titubear durante un momento-. Si lo desean, pueden recorrer la ciudad mientras tanto y atender sus negocios.

-Gracias, cathar -respondió Ide, conciliador-. ¿Puedo saber cómo te llamas?

-Vasht es mi nombre.

-Entonces, gracias, Vasht.

Ide le puso la mano en el brazo, amigablemente, e intentó transmitirle algo mediante la Fuerza. "Ya lo sé. Aunque ahora no puedo ayudarte. Pero lo intentaré".

Los ojos de Vasht se abrieron durante un instante. Ide reconoció en él un talento latente para usar la Fuerza. Por eso es tan fácil... En cuanto llegó Lionel se marcharon al hangar. De la nave extrajo tres aerodeslizadores monoplaza, del tamaño aproximado de un droide astromecánico, y con aspecto de haber sido usados para lavarle los dientes a un wookie.

-Funcionan bien -aseguró Lionel-. Los he afeado un poco para que no nos los roben.

-Eh... Lionel... -Ide dudó un poco, como temiendo perder el respeto que su piloto le tenía-. Yo no sé llevar un aerodeslizador -dijo, intentando conservar su orgullo todo lo que pudo.

-No pasa nada -repuso Lionel, mientras sonreía encantadoramente-. Puedo unir los ordenadores de vuelo, para que formemos un convoy. Solo hace falta que conduzca el primero del convoy.

Sonrió de otra manera, como un hombre que había visto una vez en un espectáculo de cumpleaños. A Lionel sólo le faltaba decir: "Elige una carta. Cualquiera."

-Sería un detalle por tu parte. Te lo agradezco -con cada palabra, Ide deseaba con más fuerza terminar sus clases de vuelo. Aunque por otra parte, pilotar un caza era diferente de llevar un aerodeslizador. Después de las clases de vuelo debería aprender a pilotar aerodeslizadores, y luego... Suspiró para sus adentros.

-Está hecho -dijo, mientras se subía a uno de los aerodeslizadores-. Y, ¿dónde vamos?

Un lugar típico de Nar Shaddaa

-Tengo una pista -hizo una pausa, para rememorar la visión-. ¿Hay en Nar Shaddaa un edificio parecido a una especie de cono truncado, rojizo y plateado?

La expresión de su cara se volvió extraña, ausente.

-El Palacio del Dolor de Vima DaMot'ta -dijo con voz monocorde-. A un par de horas.

-¿Estás bien, Lionel? -inquirió Arakosia amablemente.

-Yo... crecí allí -levantó la vista, sus ojos nublados por el peso del pasado-. No pensé que fuera a volver. Nunca.

Ide miró de soslayo a Lionel levantando ligeramente una ceja, en un gesto entre la sorpresa y la llegada de una idea evidente. Así que por eso conoce tan bien este sitio... De repente entendió cómo Lionel supo decir al momento cuál era la plataforma adecuada, y por qué tenía tan claro todo el tema del k'shii. Sabía el tipo de cosas que no se aprenden en los libros.

-Espero que no tengamos que pasar mucho tiempo allí. Sé que aterrizaron en sus cercanías. El droide está cuidando del niño, es probable que lo primero que haya hecho haya sido buscar un refugio. Aunque no necesariamente ha tenido que ser cerca de allí.

De hecho, espero que el droide no haya sido tan tonto como para meter al niño en un sitio llamado 'El Palacio del Dolor', pensó para sus adentros.


Sobrevolaron la ciudad en el convoy que organizó Lionel. Ide no dejaba de mirar a un lado y a otro. Tenía la vaga esperanza de encontrar alguna pista -a veces la suerte, o la Fuerza, te sonreían-, pero sobre todo estaba ensimismado con este tipo de forma de vida, que se alejaba tanto de todo a lo que estaba acostumbrado.

Crueldad, desesperación, violencia, rabia, dolor. La luna parecía un expositor de todo lo oscuro a lo que puede llegar el espíritu.

Ide no terminaba de imaginar cómo a alguien podía complacerle no sólo contemplarlo, sino provocar tal cantidad de sufrimiento. Pero los hutt se complacían en ello.

-Entonces... -dijo Ide por el comunicador, mientras observaba varios metros abajo lo que creía que era una pelea entre diez o quince colicoides-. ¿Tú naciste aquí?

-En el Palacio del Dolor -hizo una pausa como si no supiera muy bien por dónde continuar-. Es... bueno, para los estándares de aquí yo diría que es lujoso y violento.

No dijo nada durante diez o quince segundos, como para dejar que la información calara. Luego siguió hablando con voz mucho más clara.

-Mi madre era... -su voz se cortó de repente- Mi madre trabajaba allí.

De nuevo, silencio por el comunicador, que contrastaba con la cacofonía que los rodeaba. Poco tiempo después, volvió a sonar.

-¿Qué quieres saber exactamente?

-Oh, bueno... -Ide se mostró desconcertado, no pretendía interrogar a Lionel -. Nada en concreto. Me sorprendió un poco, de alguna forma pensaba que eras nativo de Coruscant. -Dejó pasar unos segundos-. Aunque me alegra que conozcas la cultura local. Está mostrando ser algo muy conveniente.

Nadie habló durante un par de minutos, como si se hubiera acabado la conversación.

Datos más concretos

-En realidad, desde que lo has dicho, tengo curiosidad por saber qué es exactamente eso del Palacio del Dolor -inqurió Ide al final.

La voz de Lionel, cuando volvió a surgir del intercomunicador, volvió a ser amistosa y profesional.

-Para los estándares de la República, lo podríamos considerar una mezcla entre hotel de lujo, coliseo y burdel -transcurrieron un par de segundos-. Con algunos añadidos. También es la residencia de Vima DaMot'ta, que es una de las pocas no-hutt con un kshii parecido al de un hutt.

Esquivaron una especie de deslizador muy grande y lento que bloqueó todo el tráfico, causando media docena de choques menores. Varios de los accidentados dispararon contra el deslizador. Desde el deslizador respondieron al fuego.

-Allí todo el mundo es cliente o esclavo, con pocas excepciones. Y estamos hablando de unos mil quinientos esclavos, cien arriba o abajo.

-Cielos.

-Y luego están los gladiadores. Suele haber unos doscientos a trescientos. Algunos son esclavos, otros prisioneros. Incluso hay algunos voluntarios, que son los más peligrosos. Ellos sí que quieren estar allí...

-Para infligir dolor. Menudo parque temático -la ironía de Ide intentaba, sin mucho éxito, restarle crudeza al tema -. Espero no tener que pasar mucho tiempo en este sitio, con todos mis respetos a tu infancia, Lionel.

-Yo preferiría no detenerme en ese sitio, si puedo evitarlo. Y no solo por los malos recuerdos.

Siguieron en silencio el resto del viaje. Al cabo de un tiempo, Ide sintió una sensación de familiaridad con el paisaje, e instantáneamente supo por qué. Cuando giraron hacia la derecha, vio en la lejanía la masa rojiza del Palacio del Dolor. No parecía tan grande, hasta que comenzaron a acercarse.


<<Continúa en El Blues de Nar Shaddaa II

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