El Blues de Nar Shaddaa III

De Subtrama
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La Flor Esquiva estaba en un pequeño recoveco de una zona secundaria de ocio, cerca de los niveles intermedios del Palacio. Destacaba por su música suave, la abundancia de sofás y la decoración relajante.

Cuando Ide y Arakosia llegaron, vieron que era un momento tranquilo. Había seis clientes dispersos por el local (en el que cabrían cómodamente ochenta personas), cada uno en una mesa distinta; dos de ellos bebiendo solos y los demás en una conversación con sirvientes del Palacio, que parecían estar consolándolos.

La música era suave y relajante: un bith sentado con las piernas cruzadas sobre una plataforma acolchada estaba tocando con los ojos cerrados, sin conectar los amplificadores de sonido. Ide no estaba familiarizado con el instrumento, que parecía una especie de armónica compleja y sonaba como un híbrido de guitarra y flauta.

Contenido

La Flor Esquiva

Olía a madera, con un toque de especias.

Una chica joven de pelo rojizo, no más alta que Arakosia, se aproximó a los recién llegados.

-Bienvenidos a la Flor Esquiva -dijo con una sonrisa que parecía genuinamente alegre-. Pídanme lo que deseen. Ide respondió automáticamente con una fugaz sonrisa. No se terminaba de acostumbrar a la amabilidad de este sitio, tan en contraste con el ambiente hostil que reinaba en la luna hutt.

-Yo tomaré un vino de Alderaan, si es posible. Y además... -dijo volviéndose hacia Arakosia-.

-Em... un jugo de bantha, por favor -reflexionó durante un momento-. Sin alcohol.

-Qué sitio tan agradable vuestro local, señorita. Me gusta el olor a madera -dijo mientras sacaba el cristal que le dieron al registrarse. Supongo que lo pueden cargar en mi cuenta. ¿Cuánto es?

-Cuatro sgin, señor.

Ide probó el vino.

-Um... delicioso. Veo que Lionel me ha aconsejado bien.

Los ojos de la chica se abrieron ligeramente.

-¿Lionel? Conozco varios...-la voz le temblaba, en el umbral de lo perceptible.

La chica pareció trasfigurada por un momento, como si pasara por una gran intensidad emocional. Unas lágrimas asomaron a sus ojos y sonrió, como si un enorme peso acabara de abandonarla.

-Oh, galaxia...-suspiró-. Lionel. ¿Lionel le ha pedido que venga? ¿Tiene algún mensaje de su parte? ¿Está bien?

-Sí -no hacía falta ser un jedi para saber que ella lo conocía bien y que hacía mucho que no sabía de su paradero. De repente Ide se sorprendió de lo poco que sabía sobre su piloto-. Es mi piloto, me acompaña en los asuntos que debo atender en Nar Shadda. Me aconsejó este local. -Se detuvo un momento-. Supongo que sabría que usted estaría aquí.

No quiso darle más detalles. Si Lionel hubiera querido transmitir algún mensaje o revelar algo de, según entendió Ide, lo que era su nueva vida en Coruscant tras abandonar Nar Shadda, lo hubiera dicho.

-¿Quiere que le dé algún recado de su parte?

Ella alargó la mano hacia la barra mientras su mirada se apartaba del jedi, lentamente y llena de pesadumbre.

-Yo...-su voz se cortó, como si estuviera a punto de echarse a llorar-...yo... díganle que Delia está bien -cerró los ojos, y una lágrima cayó por su mejilla-. Díganle que arreglé mi problema, pero no el suyo -permaneció unos segundos en silencio-. Nunca podré arreglar el suyo -dijo, como para sí misma.

Volvió su rostro hacia el músico alienígena, sin abrir los ojos. No dijo nada durante un par de minutos, y luego se enjugó las lágrimas con la manga del uniforme. Cuando habló de nuevo, lo hizo sin mirar al jedi.

-¿Ha dicho que les acompaña? ¿Que ha venido a Nar Shaddaa? -se interrumpió. Volvió a hablar, esta vez con voz más dura- No, no me conteste. No importa. En ese caso, dígale cuando lo vea que quiero que cumpla con su parte del trato. El trato que hicimos la noche que nos separamos -se giró, la cara seca y la expresión dolida pero decidida-. Y ahora, dígame qué puedo hacer por usted.

Pregúntale a al barman

Ide se preguntó si Lionel habría planeado aquello. La reacción de la chica le había cogido de sorpresa y resultaba un tanto desconcertante, pero recobró la compostura al instante.

-Claro. Estoy buscando... a un niño.

Se paró de repente. Eso había sonado algo ridículo. Hizo algo de memoria para rememorar su visión.

-Verá, hace unos tres días aterrizó, por decirlo de algún modo, un objeto algo extraño en las cercanías de este hotel. Era una especie de cápsula de salvamento que portaba a un niño -se paró un segundo, en el que casi pudo ver el miedo del niño al descender agarrado al robot-. Debió ser algo llamativo. Normalmente no caen del cielo robots portando a bebés.

Algo le decía que esta chica podía saber algo, y quería caerle bien. La Fuerza le había llevado al Palacio, la Fuerza había puesto a Lionel en su camino, y Lionel le había llevado a ella.

Puso las manos sobre la barra, con los dedos cruzados, mientras la miraba desde detrás de la copa. Su aspecto inocente a veces era ventajoso, y necesitaba todos los recursos posibles para seguir la pista del niño.

La chica hizo memoria durante un instante. Luego reflexionó unos segundos.

-La verdad es que muchas naves, tripuladas y no tripuladas, llegan a Nar Shaddaa al cabo del dia, de forma descentralizada -suspiró-. Así que sí que es algo que se ve todos los días. Bueno, no exactamente, pero... quiero decir, para un observador no demasiado interesado, es lo mismo. No hay un verdadero control de tráfico espacial en Nar Shaddaa, aparte de... -se detuvo, pensativa.

-Aparte de... -inquirió el joven Jedi.

-Aparte del Concilio de Clanes Hutt, claro. No es exactamente un control del tráfico, pero se sabe que, a veces... -la expresión de su rostro se volvió vacía por un instante- ...han puesto en común la información recogida por todos ellos cuando han necesitado encontrar algo, o alguien. Un hutt, o alguien con el suficiente -titubeó un instante- renombre, o -buscó rápidamente otro sinónimo- con la suficiente posición en la sociedad hutt, podría llevar a cabo una búsqueda similar en un área más reducida de Nar Shaddaa.

-Vaya -respondió Ide-. Parece que aquí hace falta k'shii para todo. -Se detuvo un instante, mirando fijamente a su copa de vino, ya a la mitad-. No me queda gente a la que pedirle favores.

Tócala otra vez, Oloruu

Miró al músico que tocaba. Estaba terminando una pieza. Al fondo, a través del transpariacero, se veían las cercanías del Palacio del Dolor.

Estaba tan cerca, y a la vez tan lejos.

Se dirigió al alienígena que tocaba, dejando a Arakosia, a Delia y a su copa de vino en la barra.

-Conoces el 'Blues de Nar Shaddaa', supongo.

El alienígena asintió, aparentemente animado.

-Pues sígueme.

La música siempre le había ayudado a canalizar la Fuerza, ya desde pequeño, antes siquiera de pertenecer a la Orden. Se sentó junto al músico en un taburete, sacó su flauta y empezó a tocar. Se dejó llevar mientras tocaba, mecido por las notas, sus pensamientos y por la reverberación de la Fuerza, como si fueran parte de un todo.

No tenía ningún objetivo, y se dejó llevar por la melancolía de la melodía. La disciplina de la música se complementaba perfectamente con el adiestramiento jedi, permitiéndole apreciar los matices de cada nota, las notas ocultas en los matices del Universo. El blues de Nar Shaddaa hablaba de la tristeza desesperada que sobreviene al darse cuenta de que queda muy poco que perder, y de que se está perdiendo.

Pero el músico alienígena era feliz, feliz en Nar Shaddaa. De alguna forma, éste era un reducto de felicidad, conseguido quién sabe a qué precio.

Ide comenzó a improvisar una variación, que el alienígena resultó ser capaz de seguir perfectamente. La improvisación resultaba más enérgica, hablaba de la lucha, de las elecciones que se encuentran en lo más profundo de cada individuo. De cómo ganar o perder es algo que se puede hacer en cada momento, y cómo, de la suma de toda la lucha, de cada victoria y derrota, surge la vida misma y que de ahí viene su sabor, dulce y amargo.

La pieza acabó por sí misma, como hacen las buenas improvisaciones. El alienígena dejó de tocar, y respiraba pesadamente, como si quisiera aspirar la melodía que acababan de tocar. Ide tardó un instante en sentir lo feliz que se sentía.

En la barra, la expresión de Delia había cambiado. Ide se acercó lentamente a la barra, mientras guardaba la flauta en su bolsa, bajo la capa.

-Creo que se me ha ocurrido otra manera de enfocar tu problema.

-Tenía la esperanza de que la música me inspirara a mí. Pero si te ha inspirado a ti, entonces tanto mejor.

-En Nar Shaddaa hay que luchar para sobrevivir. Y esa lucha deja un rastro. Por eso nadie se escapa de los hutt. El robot sólo ha podido hacer dos cosas con el niño: deshacerse de él o no deshacerse de él. Si no se ha deshecho de él, tendrá que alimentarlo. Y si tiene que alimentarlo, tendrá que ganar dinero. Y si tiene que ganar dinero en este planeta, tendrá que hacer lo que mejor sabe.

"Ahora, ¿qué es lo que mejor sabe hacer este robot? Sea lo que sea, eso es lo que está haciendo desde hace poco. Los que también trabajen en eso, ellos se tienen que haber dado cuenta. Si es un piloto genial, los otros pilotos de Nar Shaddaa sabrán que desde hace una semana hay un nuevo piloto droide en la luna."

Ide escuchó atentamente, y cuando Delia terminó, esperó un poco antes de hablar. Las palabras cayeron como un yunque en su cabeza, y le trajeron además el recuerdo unas palabras que Qui-Gon Jinn solía repetir como una vieja letanía: "si te enfocas demasiado en una parte del problema, dejarás de verlo en su totalidad".

-Me he preocupado tanto de saber lo que hizo el droide al aterrizar que casi me había olvidado de buscarlo donde está ahora.

No sabía si con eso estaba respondiendo a Delia o al Maestro Jinn.

Te gusta jugártela, Lionel

Se dirigieron a las habitaciones tras despedirse de Delia. Ide estaba casi seguro de que si el niño o el robot hubieran tenido algún contacto con el hotel Delia se lo hubiera dicho. O podría ser que Delia no supiera nada. En cualquier caso, tenía que buscar a un informador que estuviera algo mejor situado.

Tocó en la habitación de Lionel.

-Delia te manda recuerdos -saludó Ide en una frase no exenta totalmente de humor. Cambió a un tono más serio cuando hubieron entrado en la habitación-. Dice que arregló su problema, pero no el tuyo. No tengo ni idea de lo que querría decir, pero parecía algo afectada al saber que estabas en Nar Shadda. Espero no haberte metido en ningún lío.

-Oh, dioses... Si no arregló mi problema, hay una recompensa de diez mil sgin por mi cabeza.

-Por la Fuerza, Lionel. ¿No sabías esto cuando te enrolaste en una aventura por los alrededores de Nar Shaddaa?

-No pensé que fuera a salir de la nave, yo...

-Uhm. Espero que esto no sea un inconveniente. Nos podemos enfrentar a cualquier cazarrecompensas, pero espero que tus enemigos no sean gente muy poderosa -dudó un segundo-. Porque no son gente muy poderosa, ¿verdad?

-Em... Vima Da'Motta es gente muy poderosa. Es prácticamente un hutt. No sabía que nos íbamos a hospedar aquí.

-Fenomenal. -Ide se llevó la mano a la cabeza-. Y encima estamos en su casa.

Lionel se encogió de hombros.

-Está bien. Supongo que no estarán vigilando los pasillos por si entras, teniendo en cuenta además el tiempo que llevas fuera de Nar Shaddaa. Es más, intuyo que nadie esperaría que entraras aquí, dada la coyuntura. Sea como sea, saldrás de este sitio. En casa de Keel Wolkan estarás más seguro. Vámonos a la motojet.

Mientras salían, se volvió hacia la padawan y el piloto.

-Y en cualquier caso, no mencionaremos a Keel Wolkan nada en lo que refiere al Palacio del Dolor. Por si acaso.

-Puedo irme yo solo, señor... no quiero poner en peligro la misión. Esperaré allí.

Ide decidió acompañar a Lionel al hangar. Había sido una imprudencia traer a Lionel aquí, pero esperaba que no fuera un problema si se iban de Nar Shaddaa en poco tiempo. Meditó durante unos segundos. Si Lionel no estaba en la luna, el problema ya no existiría.

-Está bien. Manda un mensaje a mi comunicador cuando llegues allí. Nos reuniremos por la noche. Si Keel Wolkan lo desea, cenaremos con él. Y esta noche cogerás la nave y te irás de Nar Shadda. Te avisaré si necesito que me recojas.

Lionel parecía levemente avergonzado.

-Sí, señor.

-Lionel -añadió Ide justo antes de marchar-. No te preocupes por esta eventualidad. La Fuerza me llevó a la Flor Esquiva y a Delia, y, de no haber sido por ello, estarías corriendo un gran peligro. Me alegra que ahora seamos conscientes de la situación y que podamos actuar en consecuencia.

Sonrió a modo de despedida, y estrechó la mano del piloto. Cuando estaba marchándose, se volvió y habló.

-Además, si a ti te pasara algo me quedaría encerrado en esta maldita luna, y no es algo que me haga especial ilusión.

Media hora después, Ide recibió un mensaje. "Estoy en órbita. Estaré disponible." Se sintió aliviado por una parte, y contrariado por otra. Lionel era un buen compañero, y sobre todo un buen piloto. Y lo más importante era que Ide nunca había conducido nada, ni una mísera motojet. Pero tendrían que apañarse. No quería arriesgarse a que Keel Wolkan se enterara del pasado de Lionel, y que intentara chantajearles, o directamente entregar su cabeza para cobrar la recompensa. Ahora que Lionel no estaba en la luna, Ide podía argumentar que era un piloto contratado para el viaje de ida y que tras efectuar sus servicios se había marchado.

Bastantes riesgos estaban corriendo ya.

Aún no tenía ninguna pista sobre el robot y el niño, pero al menos ahora tenía las preguntas correctas. Y ya que Delia había planteado alguna de las preguntas... igual tenía algún indicio de dónde encontrar respuestas.

Entraron al bar de nuevo en busca de la muchacha.

Te diré algo sobre Lionel

El bith estaba tocando una popular pieza romántica de un par de siglos de antigüedad. Delia tenía la mirada perdida, como si reviviera tiempos lejanos. Se acercaron a la barra. Los otros seres vivos del bar bebían despacio, metódicamente.

-Toda una suerte, saber que su problema de él no estaba aún resuelto.

-Es una manera de verlo, supongo. ¿Sabe si tiene intención de cumplir su promesa?

-No llegamos a hablar de eso. Entienda que la conversación tomo un rumbo determinado cuando supo que su cabeza estaba en juego.

Ide ordenó un par de bebidas para no llamar la atención, y bajó un poco la voz.

-Me preocupan varias cosas. Una es dónde encontrar información sobre mi esquivo robot. Otra es si puedo hacer algo por mi piloto. Pero... vayamos por partes. ¿Puedes contarme algo más sobre su problema? -inquirió.

-Es... ¿su piloto? -hizo un gesto de extrañeza- Supongo que la gente cambia.

La expresión de Delia permitía saber que algo había pasado por su cabeza, pero que no iba a contárselo a Ide.


-Su problema es que tiene esa personalidad, ¿sabe?, de contrabandista corelliano. Le gusta jugar a todo o nada, hacer tratos con lo mejor y lo peor de la galaxia, vivir en el Filo. Y además, tiene conciencia. Y en Nar Shaddaa, las dos cosas no pueden ser. Cuando los dos... éramos muy jóvenes, fuimos socios.

-Algo así intuí -se limitó a contestar Ide, y la dejó hablar-.

-Debe saber que en Nar Shaddaa nadie tiene una sola habilidad. Lionel no sólo era un excelente piloto, también era un carterista excelente y una especie de... asesino... bueno, no del todo. Es una palabra que no estoy seguro de que tenga traducción. Es como un portador de kshii... no importa.

"Y ambos éramos propiedad de Vima DaMot'ta. Si Vima DaMot'ta ha llegado a acumular esta cantidad de poder en esta sociedad, se debe a que es tan cruel como un hutt. Puede que más. Y todos excepto los hutt mejor situados le tienen miedo.

"Esta reputación no se consigue de cualquier manera, comprende. Y la capacidad de Lionel para seguir las órdenes de Vima creativamente llegó a su límite. Al final, Vima lo colocó entre la espada y la pared. O realizaba un encargo que iba contra todos sus principios, o lo mataría.

"Lionel desapareció. De la noche a la mañana. Y yo... sufrí las consecuencias del disgusto de Vima.

-Siento oír eso. Déjeme adivinar. ¿Tenía que asesinar a alguien inocente?

-Tenía que asesinar a varios centenares de inocentes, esclavizar a los niños supervivientes y hacerlos adictos a la especia, excepto a dos o tres, a los que tenía que hacer... ¿tenéis alguna palabra para traducir fug-lap?

Ide abrio mucho los ojos mientras ella hablaba, pero no dijo nada. De repente sintió una punzada de compasión, o de dolor, por su piloto.

-Cuando Lionel regresó, mató a varios de los competidores más directos de Vima -Delia contempló la cara levemente extrañada de Ide-. No se puede ir matando lugartenientes hutt de esa manera. Para Vima fue un gran contratiempo. Estuvieron a punto de poner una recompensa sobre la cabeza de ella... porque técnicamente, Lionel seguía siendo su ejecutor.

-Veo que fue algo más que una rencilla entre subordinado y jefe.

Delia suspiró.

-Con Lionel de por medio, todo tiende a... magnificarse.

-Entiendo entonces que el problema de Lionel no tiene una fácil solución. No veo forma agradable de saldar su deuda. Si dices que Vima responde igual o peor que un hutt, no creo que perdone semejante ofensa con nada que no sea la vida de Lionel.

-Durante un tiempo, se desahogó conmigo. Me hizo adicta a la especia roja y me arrojó a los pozos de carne -Delia miró de reojo a los ojos de Ide, abiertos con horror-. Veo que sabe lo que significa eso. Una posibilidad entre mil de supervivencia sin secuelas graves... en el Palacio del Dolor, incluso menos.

-No sé si llamarla afortunada.

-Sobreviví, así que puede hacerlo, si quiere.

Ide miró su copa durante unos segundos. Tanto horror, tanta desesperación, tanto dolor. No se había olvidado del Cathar que vió en Ide una esperanza a su esclavitud y a la de su familia, y ahora se encontraba con esto. Parecía no tener fin.

-Yo... -empezó a hablar, sin saber siquiera si podía ayudar- ojalá pudiera hacer algo. Por Lionel, por usted. Parece que en este sitio no hay nada bueno. O al menos, nada que no esté comprado con dinero y sea bueno.

-A veces, hay buena suerte. En mi caso, desarrollé resistencia a los efectos de la especia roja, sin daños en órganos internos y sin morir víctima de los riesgos que reservan los Pozos para sus residentes habituales.

Y además, me encontré con alguien que me sacó de allí -señaló al bith con la cabeza-. Oloruu. No sé qué demonios estaba haciendo en ese lugar, pero me sacó de él y negoció con Vima para que me dejara reabrir la Flor Esquiva.

"La necesidad crea extrañas uniones", pensó Ide. No se le ocurría qué contestar, y tampoco se le ocurría la manera de preguntarle a Delia por una forma de acceder a Vima. La cual, según los cálculos de Ide, seguro tenía alguna información sobre nuevos pilotos droides que se hubieran incorporado en los alrededores.

-No sé si me quedan ganas de negociar con semejante ser, la tal Vima -dijo-. Había pensado en pedirle una audiencia, por lo del droide y tal.

-Ella siempre cumple con sus tratos, eso es seguro. Puede que intente jugártela de alguna otra manera, pero si promete que hará algo, lo hará.

-Lo que me preocupa de los vigo no es su credibilidad en un trato, sino el coste del mismo.

-Si negocias con él en pie de igualdad, no es nada vinculante. Por eso los hutt siguen haciendo negocios en la galaxia.

-Yo no tengo apenas k'shii, aparte del que conseguí cuando Keel Wolkan me dejó aterrizar en su propiedad.

-Bueno, es algo. Supongo que podrías atacar a alguien, o hacer trabajos para alguien... si tienes algún talento especial, también puedes negociar con eso. Un buen profesional siempre tiene kshii.

-No es mi estilo ser matón. Ya me lo sugirió el propio Keel como pago por su hospitalidad.

Se detuvo un instante. Se acordó que aún no había resuelto su pago con Keel, y que, además, él podría ser una baza para conseguir información.

-Muchas gracias por todo, Delia. Espero volver a verte pronto, creo que estaré algunos días aquí aún. Y siempre es agradable... ver alguna cara amiga -hizo una pequeña pausa-. Ya sé que esto no es una negociación ni me has contado todo esto para recibir nada a cambio, lo veo en tus ojos. Pero si puedo hacer algo por ti...

-Dos cosas -repuso Delia instantáneamente-. Haz que Lionel cumpla su promesa, la que me hizo cuando nos separamos. Y sácanos de aquí, a Oloruu y a mí. Sácanos de Nar Shaddaa -repitió, con voz suplicante.

Ide la miró fijamente, como esperando que la Fuerza los pudiera teletransportar lejos de este sitio a todos. Pero se limitó a responder lo que le llegó al corazón en ese momento.

-Le mentiría si le dijera que lo voy a hacer, pues no sé si podré, pero lo intentaré con todas mis fuerzas. De esto tiene mi palabra.

¿Qué podemos hacer?

Ide salió algo descorazonado de La Flor Esquiva, con Arakosia en sus talones. La expresión de la niña era estoica, pero Ide percibía el torbellino emocional que estaba atravesando. Sabía que ella había querido responder "lo haremos, te sacaremos de aquí ahora mismo".

-Le habríamos hecho un flaco favor a ella, a nosotros y a la misión, si los hubiéramos llevado a una huída desesperada -dijo el joven maestro-. Los esclavos tienen localizadores implantados. Y cosas peores.

Lo miró, sorprendida de que hubiera visto lo que pensaba con tanta claridad; y aturdida por las palabras "localizadores implantados" y "cosas peores".

-Lo bueno y lo malo de la Fuerza es que no es infinita. Al menos no nuestra capacidad de usarla. La ayudaremos. Pero no llevándola a una situación peor -dijo pausadamente mientras paseaban hacia el hangar-.

Volveremos a casa de Keel, no has hecho tus ejercicios hoy aún. Y tenemos muchas cosas sobre las que meditar.

-Em... ¿maestro? ¿Por qué volvemos? Podríamos quedarnos aquí, la habitación ya está pagada...

-Sí, pero Keel es nuestro anfitrión, y se fía de nosotros, pues nos acogió en su casa.

-No sé si se fia de nosotros. A lo mejor quiere traicionarnos.

-No lo sabemos. Y si yo no pago mi deuda, no sólo querrá traicionarnos. Querrá vengarse. En cualquier caso, cenaremos con él, hablaremos de nuestra deuda y volveremos aquí.

-¿Y si lo golpeamos y liberamos a sus esclavos? Ganaríamos kshii, y no tendríamos que negociar con él.

-No tendríamos que negociar con él, porque entonces nosotros seríamos él. El hecho de que podamos hacerlo no quiere decir que debamos, por muy ruin que sea, pues destruirle sólo nos haría ruines a nosotros -dejó pasar unos segundos, para que la chica asimilara las palabras-. No sólo es importante el fin, sino también los medios, padawan.

-No nos estaríamos defendiendo... -reflexionó- Comprendo.

-Por eso, y negaré haber dicho esto ante el Consejo, casi desearía que nos traicionara.

Sonrió, y se dirigió a una terminal para pedirle al asistente virtual Kenter un droide que condujera sus motojets hasta la casa de Keel. Con un gubor bastó para contratar media hora de un droide que parecía una especie de araña esquelética, que podía conducir con notable soltura.

Ide no estaba completamente desesperanzado. La breve conversación con su padawan le había animado, en parte. Le recordó que era un Jedi, que tenían la Fuerza de su lado y que no había que desesperar nunca.

"Confía en la Fuerza", recordó Ide. Su maestro se lo había repetido un número incontable de veces. Aunque a veces, en sitios tales como Nar Shaddaa, costaba creerlo.


<<Continúa en El Blues de Nar Shaddaa IV>>

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